miércoles, 12 de junio de 2013

LAS EMPRESAS CÍCLICAMENTE CAMBIAN PLANTILLAS PARA BORRAR RASTRO DE SUS ASUNTOS OPACOS


Quién despide al "despedidor"

Saber que tarde o temprano les puede tocar a ellos no amedrenta a aquellos gestores que, sin tapujos, comunican a un profesional su salida de la empresa. Sin embargo, tener la habilidad de afrontar este trance de forma correcta puede ser positivo para su carrera futura. EL DESEMPLEO NO ENTIENDE DE CARGOS Chris Cooper (segundo por la derecha) interpreta en ‘The Company Men’ a un ejecutivo que pasa de ‘despedidor’ a despedido de forma inesperada. Sólo los ejecutivos que son capaces de liderar de forma adecuada esta fase de la gestión de personas, asumen mejor su salida de la empresa. "Lleva diez años en la empresa y sus evaluaciones son extraordinarias". Esta frase, extraída de una de las escenas de la película The Company Men, es el argumento para defender a una profesional que está en la lista de despedidos. Sus competencias parecen no importar a uno de los ejecutores, "porque tiene un marido con un próspero bufete de abogados y dos niños a los que les gustaría tener a mami en casa". Una justificación estúpida para otro de ellos que espeta: "Tiene sesenta años. Dudo que sus hijos estén en casa y mucho menos que la llamen mami". Las circunstancias personales y la edad ganan la batalla en este y otros despidos en este largometraje que refleja con crudeza el impacto de un expediente de regulación de empleo (ERE). Estos procesos son una realidad de muchas organizaciones y una prueba de fuego para los profesionales que pasan de gestores a despedidores. Algunos aprovechan esta oportunidad para desplegar su potencial como responsables de personas; otros se dejan arrastrar por las circunstancias y, cuando se convierten en despedidores, muestran su cara más amarga sin pensar que, mañana, ellos pueden ser los despedidos. El aprendizaje En este trance ser el bueno de la película es básico para no perder el prestigio profesional y porque "tiene que ponerse en el lugar de la persona que se queda sin empleo", afirma Yolanda Gutiérrez, socia de Eversheds Nicea. "La comunicación, la transparencia y la empatía son imprescindibles. Ni la emotividad ni la falta de ética tienen cabida en estos procesos. El despedidor debe asumir su responsabilidad", añade. Estos procesos ponen a prueba la capacidad de gestión de los responsables de personas Marcos Urarte, presidente de la consultora estratégica Grupo Pharos, señala la empatía como uno de los atributos de los que tiene que hacer gala este profesional que “está desmontando la vida de un empleado y le está creando una incertidumbre muy grande sobre su futuro. Debe ser consciente de ello y huir de frases hechas”. En un ERE no vale eso de que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, que es una oportunidad... Y tantas otras expresiones para adornar lo que es el fin de una etapa real y el comienzo de otra incierta. "Por desgracia, todo profesional sabe que tarde o temprano le va a tocar salir de la empresa. En su mano está demostrar que despedir forma parte de su trabajo y que no es un mero ejecutor. Debe convertir al despedido en un embajador de la empresa, no en un crítico feroz. Esta función forma parte de su papel de gestor, como lo es la motivación o el desarrollo de personas", añade Urarte. Esta actitud también mejora la imagen del despedidor, si se comporta como un killer –el típico cortacabezas– corre el riesgo de encasillarse profesionalmente. Probablemente perderá su atractivo como candidato a un puesto cuando finalicen las reestructuraciones y comience una etapa de crecimiento y recuperación económica. Entrar en el campo de las emociones a la hora de comunicar un despido es, según Nekane Rodríguez, directora de Lee Hecht Harrison, "un error con consecuencias nefastas para ambas partes, que pierden la perspectiva del significado y del impacto de un despido. Las personas que se quedan sin empleo tras un mal proceso, están muy confusas cuando participan en uno de nuestros programas de recolocación". Este sentimiento también es típico del gestor que se queda sin empleo. Se trata de convertir al que se va en un embajador de la empresa, no en un crítico feroz Para tratar de romper este vínculo emocional, algunas organizaciones contratan a profesionales para acometer el proceso de reestructuración. En opinión de los expertos, esto dice poco a favor de la compañía, que es incapaz de afrontar los momentos más amargos. Sin embargo, Gutiérrez considera que a veces puede estar justificado: "El ser humano tiene una memoria cortoplacista. De manera que si, pasado el mal trago de un ERE, la persona que lo acometió desaparece de escena, el efecto puede llegar a ser positivo. El que se queda desconecta mucho antes del impacto negativo". Otra de las lecciones más optimistas que puede aprender el profesional que lidera un ERE es demostrar que "eso es sólo una etapa, que se puede cambiar y asumir nuevos retos. La diferencia en términos de coste entre hacerlo bien o mal es poca, pero es elevada en cuestión de beneficios", apunta Gutiérrez. Pese a todo, algunas organizaciones y gestores continúan pasando por alto las normas para despedir bien: no comunicarlo a última hora del viernes, hacerlo a escondidas o como algo ajeno a la gestión de personas. Rodríguez concluye que "las compañías se juegan su imagen y los ejecutivos pierden su credibilidad como responsables de personas: su actitud poco profesional pone en entredicho su capacidad para retener y gestionar bien el talento en el futuro". cinco actitudes para mejorar un ERE 1. Sé concreto y lo más objetivo posible. Si intentas irte por las ramas, aumentarás la confusión del despedido. Eres el encargado de comunicarle que su modo de vida va a cambiar, no se lo compliques. 2. Explica la situación tal y como es. Argumenta de forma clara los motivos y no eximas tus responsabilidades. 3. Demuestra empatía con el despedido sin caer en lo emocional. Recuerda que es una cuestión profesional, no personal. 4. Procura que el proceso no dañe la autoestima del trabajador que se queda en paro. No le critiques ni le conviertas en culpable. 5. Ofrece tu ayuda, sé solidario y no le falles en ese compromiso. Tu apoyo puede ser muy importante.

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