martes, 21 de diciembre de 2010

GERO & PATO COACHING


Gero y Patocoaching
Nuestra razón de existir es detectar las necesidades para poder ayudarte.

“El jubilado recibe el capital de su tiempo libre, pero si no sabe cómo invertirlo y mejorar su calidad de vida, la jubilación se convierte en una carga, más que en una oportunidad”
La jubilación es para el sujeto una nueva realidad que implica un replanteamiento de la experiencia vital en el uso del tiempo, en las experiencias físicas, en la dedicación intelectual y en el significado social de la persona, y todo ello supone una respuesta psíquica global del individuo.
Parece existir una coincidencia generalizada en que la jubilación marca un momento trascendente para la vida de una persona y un cambio cualitativo que afecta en todos los aspectos. Quizá los dos aspectos más significativos sean, por una parte, la disminución de ingresos y, por otra, el individuo, al jubilarse, siente que ha perdido su función social.
Gabinete Salaí, a través del coaching individual y/o colectivo, trabaja estos aspectos al objeto de reorientar al sujeto principal de nuestra acción, hacia su nuevo escenario social.
En función del momento y la situación de la “nueva persona” desarrollamos una acción “sanadora” encaminada hacia encontrar una mejora “global holística” que re-sitúe a nuestro protagonista en su nueva situación socio/económica.
El problema y la desventaja del hombre/mujer actual es que no ha hecho durante toda su vida más que trabajar y la mayoría de las veces en tareas no escogidas vocacionalmente. Desde pequeños, nos han preparado y educado para una etapa laboral, nos han educado para la etapa laboral, nos han formado para trabajar, para rendir, para competir…. Pero no para vivir.
Gabinete Salaí, especialmente a través de la escucha, pretende que el tiempo libre sea espacios para vivir, para satisfacer aquellas ilusiones que han quedado dormidas por el peso del trabajo. La escucha debe ser el paso previo a la acción que convierta a nuestro hombre/mujer en ciudadanos plenos dentro del momento actual. La felicidad no es consumo, la felicidad es libertad solidaria.
Lo importante es que en el tiempo de ocio de las personas, mujeres/hombres, podamos potenciar sus motivaciones e intereses por la cultura, no simplemente como consumidores de circuitos turísticos, si no como protagonista de una acción propia que de manera endógena renueve su interés por la razón de las cosas.
Los peligros que llevan implícitos el inmovilismo físico/apoltronamiento; inmovilismo mental/melancolía; inmovilismo afectivo/depresiones; inmovilismo social/automarginación deben ser contrarrestados por remedios tales como actividad, información-formación permanente, asociacionismo y participación en el compromiso social. Por ello los programas desarrollados por GABINETE SALAÍ cubren tres áreas preferenciales:

· Ingresos, finanzas y pensiones
· Salud
· Dimensión educativa, cultural y de ocio, relaciones sociales y actividades diversas

La falta de preparación para la jubilación en España constituye un reflejo de la ausencia de interés de nuestra sociedad por la etapa de vida no productiva, que lleva a no considerar interesante una atención a las personas que van a entrar o están en dicha etapa. Quizá esta realidad pueda estar cambiando lentamente; se puede afirmar que van despertándose inquietudes tanto en los sujetos individuales, como en el mundo empresarial.
“Los poderes públicos garantizarán mediante pensiones adecuadas, la suficiencia económica de los ciudadanos durante la Tercera Edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de Servicios Sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, cultura y ocio”
Artículo 50 de la Constitución Española

Gabinete Salaí el compañero de tu futuro.

viernes, 10 de diciembre de 2010

ME ARREPIENTO DE HABER DEJADO LOS ESTUDIOS


"Me arrepiento de haber dejado los estudios"
Los que cambiaron libros por trabajo en la construcción buscan alternativas
REYES RINCÓN




Los jóvenes que dejaron los estudios para buscar trabajo en la construcción aprovechando el 'boom' del ladrillo se acostumbraron a tener empleo y un buen sueldo. Ahora intentan reciclarse para salir del paro.




Manuel Mena (28 años) dedicó una mañana de 2001 a buscar trabajo. Visitó varias obras de Sevilla para entregar su tarjeta profesional y ofrecerse como gruista. Empezó a las ocho y acabó a las dos. Seis horas que le sirvieron para que no le faltara empleo durante nueve años. "Estando trabajando me salían contratos nuevos con mejores sueldos. No existían gruistas suficientes para todo el trabajo que había", recuerda ahora al otro lado del teléfono, sentado en una terraza de Yverdom-les-Bains, el municipio de Suiza al que emigró cuando en 2008 la burbuja inmobiliaria le estalló en la cara. "De ganar 2.000 euros al mes y pagar 500 de hipoteca pasé a cobrar 400 y tener que pagar 920", cuenta.
"La recolocación de estos jóvenes pasa por la formación", advierte un experto
Manuel pasó de ganar 2.000 y pagar 500 de casa, a cobrar 400 y pagar 920
El perfil de Manuel es el de los más azotados por la crisis: jóvenes que abandonaron las aulas antes de tiempo, encontraron empleo y dinero en la construcción y ahora se han quedado sin trabajo y con pocos (o ningún) certificado académico que le ayude a encontrar otro empleo. Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), entre 2007 y 2009 el paro se ha cebado con la población con menor cualificación: entre las personas que se quedaron en el título de graduado escolar o en la primera etapa de educación secundaria, se perdieron 526.000 puestos de trabajo; de ellos, 398.000 (el 76%) eran jóvenes menores de 29 años. En el caso de los chicos, la pérdida de empleos se localiza fundamentalmente en la construcción (casi el 40%).
¿Qué hacen ahora estos jóvenes? ¿Esperan a que pase el temporal, retoman los estudios, se cambian de sector? Manuel Paz, de 23 años, se saca algo de dinero en el campo mientras espera las próximas pruebas de acceso al Ejército. Después de nueve años trabajando en la construcción y uno y medio en paro, quiere algo más estable. Su idea es, una vez dentro del Ejército, estudiar Bachillerato. "Si solo tienes el graduado llegas a un rango muy limitado", afirma.
El subdirector general de Estrategias de Empleo del Ministerio de Trabajo e Inmigración, Alfonso Prieto, cree que "lo lógico" sería que los que hace menos tiempo que se han ido del sistema educativo volvieran para completar sus estudios, como mínimo hasta la Secundaria superior. Y los mayores deberían reciclarse en ocupaciones que no exijan una cualificación elevada. "El problema es que eso cuesta mucho dinero. Y el dinero, que siempre es escaso, ahora es más escaso que nunca", asume Prieto.
Según Francisco Aranda, presidente de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (AGETT), la recolocación de estos trabajadores pasa "ineludiblemente" por la formación. La vuelta a las aulas para retomar la ESO, el Bachillerato o FP es una opción, aunque la mayoría busca una enseñanza de ciclo muy corto y fácil salida. "Son jóvenes muy motivados para trabajar. En la construcción ganaban mucho, pero trabajaban de sol a sol".
Rafael Pacheco, Antonio José Parra y Juan Luis Márquez madrugaron durante años para trabajar en la obra y ahora están en proceso de reciclaje. Tienen entre 21 y 24 años y asisten a un módulo de imagen y sonido en una escuela taller de Benalup-Casas Viejas (Cádiz, 7.000 habitantes) subvencionada por el Fondo Social Europeo a través de la Junta de Andalucía. La semana pasada firmaron un contrato de prácticas que les garantiza trabajo durante año y medio en actos vinculados al Ayuntamiento a cambio de unos 400 euros al mes (el 75% del Iprem, el antiguo salario mínimo interprofesional).
"Nunca había pensado dedicarme a esto, pero me gusta", cuenta Juan Luis, que llegó a la construcción en 2006 "porque era donde había más trabajo. Y se ganaba bien", admite. Ahora, aspira a que la formación de la escuela taller le sirva para cambiar de sector. "Me arrepiento de haber dejado los estudios. A mi hermana, que empieza 1º de Bachillerato, se lo digo claro: que no sea tonta y aproveche la oportunidad. A mí me gustaría estar en su lugar".
David López dirige la escuela taller a la que acuden Juan Luis y sus compañeros y recuerda cómo, hace apenas tres años, no era raro saber de padres del pueblo que le decían a sus hijos: "¿Para qué vas a seguir estudiando si no se te da bien y trabajando en la obra puedes ganar 2.000 o 3.000 euros al mes?". "Esa fue una de las mentalidades que tuvimos que cambiar. Les intentamos hacer ver que ya no van a poder trabajar tan fácilmente y que deben formarse en otras cosas", apunta.
Los programas de formación para el empleo que ofrecen las comunidades autónomas están muy orientados a ocupaciones para las que, se supone, ahora hay más salidas. Por eso, en los programas de 2010 de la Junta de Andalucía se han eliminado todos los cursos que tengan algo que ver con la construcción. Su testigo lo han tomado sectores como el de la dependencia, las energías renovables y el turismo. "Seguimos de cerca la evolución del mercado para irnos adaptando", explica Andrés Sánchez, director general de Formación del Gobierno andaluz. Pero Alfonso Prieto, el subdirector estatal de Estrategias de Empleo, teme que estas ocupaciones muy específicas que ahora emergen también se saturarán más pronto que tarde. Hay que pensar a largo plazo, advierte. "La gran incertidumbre ahora es cuál es el itinerario que hay que seguir hasta el cambio del modelo productivo. Hay que crear condiciones en las que empiecen a aparecer ocupaciones que requieran nueva mano de obra. Identificar eso es el reto más importante que tiene España. Es donde el país se juega su futuro".

En cifras
- El 31,9% de los jóvenes de entre 18 y 24 años ha dejado los estudios sin completar la segunda etapa de ESO, según cifras de CC OO a partir de los datos del Eurostat. La media de la Unión Europea de jóvenes sin estudios en esa franja de edad es del 14,9%.
- El 62% de los menores de 25 años que no acabaron la ESO está en paro. Entre los que terminaron Bachillerato o FP, el paro es del 40,6%.
Los menores de 29 años acaparan el 76% de los empleos perdidos entre la población que dejó los estudios en ESO.
- La población activa española entre 20 y 29 años es de 4.519.100 personas (según la EPA del segundo trimestre de 2010). En 2008, era de 4.957.000.
- A principios de 2008, el sector de la construcción daba empleo a 644.800 jóvenes de entre 20 y 29 años. Hoy son 294.500. En dos años, los jóvenes han perdido 350.300 puestos de trabajo en la construcción.

jueves, 2 de diciembre de 2010

OUT o NEW....¿POR DONDE ANDA TU FUTURO?


Precariedad, fuente de la eterna juventud
Contratos temporales y sueldos bajos hacen que con 30 años se viva como con 18 y se retrase la emancipación
CRISTINA DELGADO


EL RETO DE UN PAÍS. Uno de los problemas de los jóvenes en España es la precariedad en el empleo -sucesión de contratos temporales, becas, sueldos bajos-, que ya dan por hecho. Con ella llegan la ausencia de hijos o el desapego hacia las empresas.


Sienten que están en el lugar y en el sitio equivocados. Han caído nada más empezar a andar. La crisis, que alguna vez creyeron que era cosa de los banqueros, se ha cruzado en su camino y, dos años después de hacer saltar los diques de Wall Street, ha llamado a sus puertas y quebrado sus expectativas. Toda una generación de jóvenes españoles, azotada por el paro más alto de Europa, improvisa un 'plan B' mientras ve cómo se agranda la brecha generacional, cómo el paraíso intuido se aleja, cómo empiezan a vivir peor que sus hermanos mayores, cómo se limita su acceso al trabajo, la casa o el coche, cómo se esfuerzan pero no avanzan. Y con ellos el futuro de España y de su economía. En Marian tiene un contrato de 20 horas semanales pero trabaja 10 al día
"No tengo derecho a una baja laboral o de maternidad", dice esta 'mileurista'
Cuando decidió dedicarse a la ciencia, Marian Villa (30 años) sabía que su vida laboral sería complicada. Pero nunca pensó que tanto. Se dedica a la biomedicina. Estudió biología cinco años y se marchó a Holanda. Allí se enteró de que le habían concedido una beca de investigación de cuatro años en Valencia, su tierra, y volvió. "Parecía un sueño. Pero fue el principio del fin", dice con amargura.
Empezó su investigación. Tras esa beca consiguió otra para seguir con sus experimentos sobre la arteriosclerosis. Otros cuatro años. "Ahora gracias a una fundación tengo contrato. De 20 horas semanales. Pero en realidad paso en el laboratorio cerca de 10 horas al día. Si no, sería imposible que mi investigación avanzara". Gana unos 1.100 euros al mes.
La precariedad es el origen de muchos de los problemas o de las decisiones que toman ahora los jóvenes. Sucesión de contratos temporales o becas, salarios que a menudo no se acercan al mileurismo, falsos autónomos, pagos en B para esquivar la cotización, contratos que terminan en julio y se renuevan en septiembre... El 42% de los trabajadores entre 20 y 30 años tiene un contrato temporal. Y de los temporales es de los que antes prescinden las empresas en tiempos duros.
A Marian Villa se le acaba la beca en diciembre. ¿Y entonces? Dice que la empresa privada de biomedicina prácticamente no existe en España. En la investigación pública, lo que tiene ahora es todo lo que hay. "Supongo que solo me queda irme al extranjero, a Estados Unidos, e intentar volver a España en unos años, a ver si entonces me dan otra beca", cuenta resignada. Se siente precaria hasta la médula. "No solo por el hecho de cobrar poco. El problema es que vivir de becas y fundaciones impide avanzar como persona. Nadie me daría una hipoteca. No tengo derecho a una baja laboral o de maternidad", explica con indignación. ¿Por qué no cambiar de trabajo? "Estoy tan especializada y tan sobrecualificada que no sabría hacer nada más. Esa es la trampa. Me gusta investigar. Llevo tanto tiempo trabajando por pura vocación, que si ahora abandonase sentiría que los últimos ocho años han sido un fracaso". Cuando se desanima, recuerda el día que presentó su tesis, hace unos meses. "Inexplicable". Le tiembla la voz. "Tantos años de esfuerzo concentrados... ¿Cómo no va a haber fuga de cerebros?".
Beatriz Picazo también tiene 30 años, pero poco más en común con Marian, aparte de que vive en precariedad continua. Ni se imagina lo de los hijos y la hipoteca. No tiene empleo fijo. Tampoco profesión concreta. Ha trabajado en una empresa de páginas web, de camarera en Londres, de dependienta... Este verano servía en un chiringuito de Castellón. "Ahora buscaré otra cosa", explica. Estudió hasta BUP. "Luego me metí en artes gráficas. Pero no me gustaba. Decidí trabajar". Por el camino, hace cursos, muchos del servicio público de empleo.
A Beatriz no le queda más que aceptar su situación y ha adaptado su vida a estas circunstancias. "Las personas de entre 20 y 30 años asumen la precariedad laboral como algo natural. No es que sean acríticos. Es que han dado por hecho que es algo inevitable por lo que tienen que pasar". Es la conclusión con la que resume Esteban Sánchez Moreno, sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid, varias de las investigaciones de su equipo. No es cosa solo de jóvenes sin estudios. Los universitarios, dice, ya saben antes de acabar que los primeros años de su vida laboral serán una sucesión de contratos temporales, becas y sueldos bajos.
En las estadísticas oficiales internacionales, suele catalogarse el empleo juvenil entre 16 y 25 años. Pero en la sección de juventud de UGT hace un tiempo que ampliaron ese concepto hasta los 35 años. "Es que vimos que la media de edad de emancipación era de 29 años", justifica Silvia Sazatornil, responsable del área.
Volviendo a Beatriz, ¿cuánto es lo máximo que ha cobrado? "Unos 1.200 euros. Me pareció bien. No tengo grandes gastos. Solo el coche". Es optimista pero reconoce que ha pasado momentos duros. "Hay épocas en las que sin trabajo casi no tenía ni para café... Pero valoro la libertad con la que vivía". Cuando le sale curro, se muda a donde haga falta y comparte piso. Cuando está sin nada, vive en una casa de su familia en Paiporta (Valencia). "Pero no permito que me paguen nada". Una vez tuvo un contrato indefinido, pero a los tres años renunció. "Estaba en un departamento de compras y se me caía el despacho encima". Pero las cosas han cambiado. Ahora, dice, es más complicado ir de contrato en contrato.
Esteban Sánchez, el sociólogo, no ve rara estas decisiones, que cree que nacen de la precariedad misma: "Cuando una persona encadena becas fraudulentas y trabajos temporales, ¿qué compromiso con la empresa puede sentir? Ninguno. Con nada relacionado con lo laboral. Esto explica la baja sindicación de los jóvenes".
Marc Carrera, director en Cataluña del despacho de abogado Sagardoy, cree que la temporalidad bajará con la reforma laboral, "porque se bonifican los contratos indefinidos. Es cierto que las indemnizaciones por despido bajan, pero lo que debe primar con un paro juvenil alarmante es que se hagan contratos, aunque haya que renunciar a algo". Sin embargo, los sindicatos y el Consejo de la Juventud no lo ven tan claro. "Lo que hace falta son más inspecciones de trabajo, no despidos baratos", dice Ricardo Ibarra, presidente de este último organismo.

En cifras
- El 42% de los 3.201.200 jóvenes entre 20 y 30 años que trabajan tiene un contrato temporal, según el Instituto Nacional de Estadística. A menos edad, más temporalidad.
- En esa franja de edad, el salario medio es de 15.370 euros al año. Hombres y mujeres trabajan en igual proporción.
- El 44% de los jóvenes de 25 a 29 años tiene un empleo por debajo de su nivel de estudios (según datos de la OCDE).
- De los 3.085.600 asalariados públicos de España, el 10,6% tiene entre 20 y 30 años.
- Dos de cada 10 jóvenes entre 20 y 30 años declaró en la última Encuesta de Población Activa que su contrato duraría entre cuatro y seis meses. El 15%, entre uno y tres. El 28% no lo sabía.
- 356.200 jóvenes que tienen trabajo buscan otro empleo.