sábado, 26 de febrero de 2011

LOS ADULTOS VIVIMOS EN EL EXILIO DE NUESTRA INFANCIA. EN UN OUTPLACEMENT EXISTENCIAL.


Somos nuestra infancia
La memoria se fija en la niñez y nos da identidad: lo primero que se aprende es lo último que se olvida - Según se pierden recuerdos uno se despide de sí mismo
JUAN CRUZ


Cuando Pasqual Maragall, el expresidente de Cataluña, que sufre alzhéimer, subió al estrado de los Goya a recoger el premio que correspondió al documental Bicicleta, cuchara, manzana sobre su experiencia, probablemente tenía en la mente el poderoso influjo de su infancia, acaso sus recuerdos más felices o sólidos.
El alzhéimer afecta al hipocampo, que almacena los recuerdos
Los medicamentos no impiden la acción del tiempo sobre el cerebro
Su mujer, Diana Garrigosa, vicepresidenta de la fundación que preside su marido, dice que "todo lo que cuenta del colegio, todo lo que se refiere a su madre, a su padre, a su hermano, le da seguridad. La suya fue una infancia muy feliz". De los recuerdos sólidos, los que tiene de cuando se inauguraron los Juegos Olímpicos de 1992, "él, ante una multitud, hablando catalán". Fue siempre una persona positiva, así que almacena "los mejores recuerdos, así fue toda la vida; los malos los aparcó siempre".
Le gustó hacer la película, y verla; "recreó situaciones y sitios, como la casa en la que vivimos en Nueva York". Y cuando agradeció el premio, ante tanto artista, "se sintió cómodo; con gente siempre dice cosas con sentido; lo sintió como una gratificación, y ese cariño es muy positivo para él. Y sí, en este tiempo recibe como postales de la niñez; cuando siente que le quieren recuerda a su madre, a su padre, a su hermano, aquella época. Y del mismo modo siente el cariño a sus nietos, la preocupación por ellos es un síntoma de su cariño por la infancia".
La infancia es la primera memoria, y es la última que se pierde. A la infancia se vuelve, siempre, ahí está la raíz de la memoria; cuando los recuerdos se evaporan, el último bastión es la infancia. Julio Llamazares, el poeta y narrador que escribió Memoria de la nieve y, aún más, La lluvia amarilla, dice: "La memoria es la identidad. En la infancia se determina nuestro ADN".
El poeta alemán Michael Krüger escribió en su libro Previsión del tiempo (NorteySur, traducción de J. L. Reina Palazón) unos versos que resumen la importancia que la infancia tiene en ese ADN del que habla Llamazares: "A veces me escribe la infancia / una tarjeta postal: ¿Te acuerdas?"
La infancia es la caja negra de la memoria. En la ahora famosa película El discurso del Rey, candidata a 12 oscars, el personaje que encarna Colin Firth (Jorge VI) le confiesa detalles de su infancia a Lionel Logue (Geoffrey Rush), su excéntrico logopeda. Y en ese relato sobre las maldades que sufrió de niño descubre Lionel la raíz de la tartamudez de su ilustrísimo cliente.
La memoria, dice el doctor Carlos Belmonte, director del Instituto de Neurociencias de Alicante, almacena "los recuerdos intensos, las amenazas; y cuando esos recuerdos proceden de la infancia son más difíciles de eliminar". Durante un periodo de tiempo, eso que está en la memoria desde la infancia "puede ser borrado, reforzado o cambiado, pero pervive sobre todo lo que viene de la niñez, que es la memoria más vívida". "Mire, por ejemplo", dice Belmonte, "Ciudadano Kane... Lo único que Kane recuerda es Rosebud, el nombre de su trineo...".
La infancia, en efecto, envía postales. Hay un libro de Llamazares, Escenas de cine mudo, en el que aparecen "muchas de esas postales que la infancia nos envía". "El metabolismo sentimental de las personas lo marca la infancia". Y la memoria que se nutre de ese metabolismo "es un campo de arenas movedizas, como un banco de nubes que dejan pasar la luz o que la niegan".
La memoria, dice Soledad Puértolas, novelista, "nos sitúa en la infancia; en ese recuerdo estás". Ella recibe postales, por decirlo así, "de compañía y de soledad". Y cuando son de compañía le viene la imagen de su abuela materna. "Ella es la referencia del cariño incondicional, la metáfora de la persona que nunca te deja". Y la postal de su soledad es el balcón del piso que tenían en Zaragoza. Sería imposible vivir sin olvido, por mucha insistencia que ponga la infancia en enviar postales. "Así que borras aquello que no quieres que haya sucedido". Pero vuelve; es la esencia de la literatura, "que deja volver también los recuerdos indeseados".
La escritora Ángeles Mastretta tiene dos memorias: "Una es diestra, pero caprichosa: elige, abandona y en el caso de la infancia siempre recompensa", dice. "La otra me tilda de idiota, me hace sentir inferior, no me acompaña en los nombres y los hechos diarios".
Pero la memoria no solo tiene su lugar de nacimiento (en la infancia), a partir de los tres años, sino que tiene un sitio. El doctor Jorge Tizón, psiquiatra, psicólogo y neurólogo, autor de varios libros de su especialidad, está de acuerdo con Llamazares: hay muchas memorias (la psicológica, la neurológica, la endocrina, la inmunitaria...), todas nos permiten reacciones (el amor, el odio...), pero la que más nos importa, la que el común de los mortales llama simplemente memoria, "es la que nos proporciona identidad".
Hay maneras de agredir a esta memoria, hay formas de traumatizarla con sufrimientos y otras alteraciones. Cuando esto se produce en la infancia, cuando más postales estamos percibiendo para enfrentarnos luego a la vida, "se producen estragos que duran en forma de alergias y otros inconvenientes". Entre estas alteraciones está, por ejemplo, la afección que ahora resulta tan famosa que parece de ficción: la tartamudez del rey Jorge VI.
Todo lo que recordamos más nítidamente nace a los tres años, y ese almacenamiento más puro dura hasta la adolescencia. Luego, la memoria empieza a ser quebradiza; a los 40 años tenemos charcos, a los cincuenta ya hay lagunas, y la memoria empieza a causar malas pasadas cuando superamos los sesenta. Y hay un momento, dice el doctor Tizón, en que se deshace la memoria; por ejemplo, a causa del alzhéimer. "No solo se deshacen los recuerdos; se deshace la identidad... Las experiencias están ahí, en el hipocampo, donde se almacenan". En esa "unidad central de procesamiento" están. El alzhéimer los aleja. La infancia los hace durar.
Estamos programados genéticamente, dice el doctor Tizón; el sistema nervioso va diciendo cuánta memoria nos queda, y nada detiene ese proceso cuya intensidad marca la infancia. Los medicamentos no impiden la acción del tiempo sobre el hipocampo. Ahí se concentra el temor que animaba esta frase de Henry James que recuerda Tizón: "La mayor fuente de terror en la infancia es la soledad". Y la felicidad es lo que hace sólido el recuerdo que más cuesta perder. Esas postales de las que habla Krüger y en las que insiste, por ejemplo, la memoria de Maragall.
Andrés Trapiello, que narra su vida en diarios, considera que fijar lo que sucede "sirve para reconstruir la memoria, pues si esta actúa te ha de hallar recordando". La memoria es "un movimiento continuo"; "hay un libro mío, El arca de las palabras, que nace de mi recuerdo de cómo aprendí el significado de una serie de palabras que descubrí en mi infancia. Ahí relaciono los recuerdos con las primeras palabras, y por tanto con la infancia". La infancia "es intensiva (la edad adulta es extensiva). Nos obliga a sumergirnos, a ahondar (la memoria involuntaria de Proust). La edad adulta discurre, se extiende. La infancia es un territorio ilimitado, insondable; la edad adulta tiene límites".
Trapiello recuerda lo que decía Wordsworth: "El niño es el padre del hombre". Y José Saramago (uno de cuyos últimos libros fue Las pequeñas memorias) decía que uno va con el niño que fue. Un ejemplo literario de que esto es así es toda la obra de Juan Marsé, y sobre todo el libro que el premio Cervantes acaba de presentar ahora, Cartografía de los sueños. Esta novela es como una recolección de "postales" recibidas de la infancia.
Y le pregunté a Marsé qué "postales", siguiendo lo que dice Krüger, son esas que recibe más a menudo. "Las postales están en la novela... Recuerdo esas correrías por los campos del Penedés, hacia las albercas. Corríamos con los chavales del pueblo, robábamos frutas. Iba con mi abuela a buscar hierba para los conejos. Para mí esa es la imagen de la felicidad".
Y eran tiempos duros, se ve en Cartografía de los sueños. Pero incluso en esos tiempos de la posguerra, Marsé recuerda ese fulgor feliz "de los chicos contando aventis porque no teníamos ni juguetes ni pelotas para jugar al fútbol. Lo siento así, como el paraíso perdido. Ya sé que era una época atroz, pero esa es la sensación que me ha dejado, la de un paraíso perdido. Y convivo con esas postales como una colección que llevara en la cartera".
Jorge Semprún, el autor de La escritura o la vida, también recuerda un tiempo atroz, que aparece en ese libro, y que le lleva también a la Guerra Civil, cuando tenía 13 años y veraneaban en Lekeitio hasta que fue precisa la diáspora... Esas postales marcarían su vida... "Pero afirmaron mi identidad; la infancia es mi identidad. Sin memoria, después de haber usado tantas identidades falsas, yo no hubiera sido nada, y esa memoria es la de la infancia. La memoria corrige la esquizofrenia del exilio, de los nombres falsos, de mi propio ser bilingüe. Me aferro a la memoria para decir: 'Yo soy aquel niño de Santander que veía a su padre recitar versos ante la bahía".
Cristina Fernández Cubas, la escritora de Cosas que ya no existen, nació en Arenys de Mar. Allí reside su memoria, "que antes que nada fue de sueños, que nos contábamos en casa a la hora de comer". Luego de los sueños vino la escritura, "como un juego con el que vencía los largos inviernos de Arenys... Y esa niña sigue estando en mí, porque uno no deja de ser jamás la personita que fue".
De pequeña quieres volar, dice Cristina Fernández Cubas, "y de mayor me hice escritora, dos formas de volar gracias a lo que viví en la infancia".
José María Ruiz Vargas, catedrático de Psicología de la Memoria en la Universidad Autónoma de Madrid, cree que, para los creadores, y para todo el mundo, "la memoria es como un cesto de cerezas; nos esforzamos un poco, y ahí está la memoria enviándonos postales, casi siempre de la infancia". ¿Y por qué de la infancia? "Porque a esa edad estamos abiertos a todo tipo de estímulos; somos esponjas, inmaduros, y guardaremos esas memorias hasta que nos muramos". Además, dice Ruiz Vargas, "a partir de los 35 años ya recordamos mucho más nítidamente todo lo que nos ocurrió hasta los quince. Ahí hay una avalancha de recuerdos que son los que, por decirlo con esa metáfora, nos vienen en las postales...".
Ruiz Vargas recuerda una frase de Henry Roth (Llámalo sueño): "La vida es una secuela de la infancia". De otra manera, lo que decía Michael Krüger: "A veces me escribe la infancia / una tarjeta postal: ¿Te acuerdas?" Como las postales que reciben Maragall y tantos, padezcan alzhéimer o no, que viven la memoria gracias a aquel periodo en el que empiezan los recuerdos, y también los recuerdos felices.

Un nuevo lenguaje desde el alzhéimer
Da escalofrío escuchar la evidencia de Albert Solé, de 48 años, cuyo padre, el político Jordi Solé Tura, padeció alzhéimer. El hijo retrató ese episodio en Bucarest, su documental. De ahí viene su conocimiento de causa. "Lo último que olvidas es lo primero que aprendes". Es un viaje hacia la infancia, sus gestos. Al final del amargo proceso de olvidar, Jordi "se inventó un lenguaje propio: besitos, gestos de cariño, y nosotros interpretamos también así nuestra relación afectiva con él". En esa reconstrucción "se produjeron postales muy contradictorias". "La mía fue una infancia muy atípica, pero merced a esta experiencia se produjo en mí una reconciliación con los paraísos perdidos de la infancia. Pues al fin y al cabo en aquel exilio sentí que había vivido en una atmósfera de seguridad". Y Bucarest sirvió "para sacar todas las cosas de los armarios e ir ordenando los recuerdos... Fue un viaje alucinante al fondo de mi propia memoria".
Le pregunté al historiador José Álvarez Junco, que pasó su infancia en un pueblo de Zamora. Como él ha trabajado en la memoria de este país, y recientemente reconstruyó su pasado en contacto con los dramas de la posguerra, nos contó una experiencia que es ahora como una postal dramática. "Había una mujer, Remedios, que vestía siempre de negro y que lavaba en casa la ropa, con las manos ateridas. Un día se casó, por poder, con un hombre que vivía en Francia. Yo tendría siete u ocho años, y un día me previno: '¿Ves los falangistas? No creas que son tan buenos. ¿Sabes cómo humillan a las chicas del pueblo, qué hacen con ellas?'. Me lo dijo, y esa fue la primera noticia que tuve de la guerra. Una postal tremenda".

martes, 22 de febrero de 2011

EL "ARCA DE NOE" SALVO A MILES DE PERSONAS DEL DESEMPLEO. AHORA LA "CRISIS" SITUA A MILES DE EMPLEADOS EN LA CALLE


El Banco de España cree que las cajas necesitarán menos de 20.000 millones
Fuentes del mercado estiman en 15.000 millones la inyección de capital - El ladrillo y los morosos han provocado saneamientos de 102.000 millones
y miles de trabajadores
se quedan con necesidad del
OUTPLACEMENT.

Hace siete meses, el gobernador del Banco de España, Miguel Fernández Ordóñez, se mostró orgulloso y señaló: "Hemos sometido a todo el sistema bancario a unas pruebas de máxima tensión y el resultado es que la banca española goza de solidez". Sin embargo, ayer, en la presentación del plan de recapitalización, reconoció: "No todo se ha hecho bien. Está claro que las circunstancias han cambiado, sobre todo por la crisis soberana de Irlanda, y es necesario acabar con la falta de confianza que existe sobre el sistema financiero español". Con este argumento justificó el Real Decreto de Recapitalización, que considera "imprescindible para no quedarse con entidades débiles que corten el crédito cuando llegue la recuperación". Dijo estar al 100% de acuerdo en el contenido de la norma y recordó al Cid Campeador al comentar que "ya ha ganado batallas antes de nacer porque ha provocado que muchas cajas se adapten a las exigencias de futuro".
El supervisor defiende que sin la recapitalización se cortaría el crédito
Admite que la crisis de Irlanda ha quitado credibilidad a la banca española
Ordóñez, que se mostró optimista sobre las cajas, calculó que el total de fondos que necesitará el sector para alcanzar los nuevos niveles de capital -entre el 8% y el 10% en proporción a los riesgos asumidos- estarán "claramente" por debajo de los 20.000 millones que dio el supervisor con el anuncio inicial de las nuevas medidas. Incluso, según fuentes del mercado, podría quedarse en 15.000 millones, entre capital público y capital privado para cumplir con la nueva norma. Estas cantidades están muy lejos de los 80.000 o incluso 100.000 millones que han apuntado algunos bancos de inversión. Advirtió que solo impedirá la entrada de inversores privados especulativos, "españoles o extranjeros".
"Nos estamos adelantando a lo que se pedirá internacionalmente: en 2013 el listón estará en el 3,5% y, en 2019, en el 7,5%. Nosotros vamos directamente al 8% para recuperar la confianza", apuntó Ordóñez.
El gobernador recordó que el sector ya ha realizado un saneamiento muy fuerte, "aunque ha pasado desapercibido. Desde enero de 2008, la morosidad ha exigido que el sector cargue 53.000 millones contra las provisiones específicas; 16.000 millones adicionales contra provisiones genéricas y 22.000 millones contra reservas", sólo las cajas en reestructuración. En total, las entidades habrían saneado sus balances por 91.000 millones, casi el 9% del PIB. De esta cantidad, el 57% corresponde a las cajas y el resto a los bancos. Si se añaden los 11.000 millones del fondo de rescate, suman 102.000 millones de saneamiento tras la crisis inmobiliaria, hasta ahora.
El 10 de marzo se sabrá lo que necesita cada entidad y el 30 de septiembre, tras los intentos de recapitalización, se conocerá cuánto inyectará el Estado. Una condición para que se exija el 8% será que la financiación mayorista no supere el 20% del riesgo. El gobernador aclaró que se incluirá lo que se pide prestado al BCE, en contra de lo que habían pedido algunas cajas.
El responsable del Banco de España quitó hierro a las protestas de algunos presidentes de cajas sobre la dificultad para alcanzar cotas tan altas de capital. "No hay ningún problema porque el que no llegue sabe que dispone del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). El Estado se lo facilita", apuntó, sin dar relevancia a que esa cesión de capital supondrá una nacionalización parcial. Javier Aríztegui, presidente del FROB, dijo que el fondo tiene 7.500 millones de liquidez inmediata "y si hace falta más, lo conseguiremos con facilidad en los mercados, como ha ocurrido en emisiones anteriores".
En su descripción de la situación actual, Ordóñez no escatimó elogios a las cajas, algo poco habitual: "Las cajas han hecho muchos esfuerzos. Se minimizan, pero ha sido la mayor reconversión desde 1977". Criticó a las cajas "que dicen cosas y no hacen nada" y alabó a las que van cumpliendo etapas en silencio. "Al final todas van a tener que moverse. Lo peor sería no hacer nada, como algunos piden", comentó en velada referencia al PP. Sin embargo, anunció: "Hay que hacer más y lo vamos a exigir".
Según los cálculos del Banco de España, la inversión de las cajas en el sector inmobiliario es de 217.000 millones, de los que 100.000 millones, el 46%, son "potencialmente problemáticos" y están cubiertos en un 38%. En este apartado se incluyen los morosos (28.000 millones); los que están bajo vigilancia (otros 28.000 millones) y los inmuebles adjudicados en canje de deuda (44.000 millones). "Las pérdidas ya incurridas están cubiertas al 100% con provisiones", especificó a la vez que descartó que el suelo bajara más del 70% que se marcó en las pruebas de resistencia.
Descartó que el real decreto fuera a cortar el crédito a empresas y familias, como afirman en el sector: "Será justamente lo contrario. Por la desconfianza y la crisis internacional, las cajas iban encaminadas a no poder dar créditos".

sábado, 5 de febrero de 2011

EL FACTO HUMANO EN LA EMPRESA. La motivación en el trabajo


La motivación en el trabajo.
“Toda organización es esencialmente una obra humana, en cuanto que es fruto del esfuerzo humano y se compone de hombres. Por esta razón, todo intento por comprender lo que es una organización debe empezar por el estudio del hombre”.
El punto de partida del desarrollo científico de esta distinción hay que situarlo a principios del siglo XX. Hasta este momento se parte de la creencia que un “empleado” se mueve básicamente por estímulos económicos. Así el vínculo del hombre con la organización se reduce a una pura relación contractual.
Afortunadamente, progresivamente, hemos avanzado en el análisis de las consideraciones que vehiculan los vínculos empresa/humano haciendo diversas distinciones. Veamos, durante el primer cuarto del siglo pasado fueron tomando protagonismo aspectos tales como:

· El trabajo en sí mismo, entendido como susceptible de ser organizado (estudios de tiempos y movimientos)
· La influencia de diversos factores en el rendimiento (humedad, iluminación, temperatura, etcétera)
· El desarrollo de instrumentos –test- para medir las capacidades humanas.
Con todo ello, el humano, fue caminando por los senderos de “mejora” que le conducía la evolución organizativa. Así las “relaciones humanas” ganaron protagonismo añadiendo “valor” en los sistemas productivos. Podemos afirmar que sobre 1950 surgió el denominado “MOVIMIENTO DE LAS RELACIONES HUMANAS”. A partir de este momento se diferencia en “estilo de mando”. Con la racionalización industrial se ha simplificado tanto el trabajo que, día a día, lo ha vaciado de contenido con la monotonía consiguiente. Este proceso aparece más acentuado en los sectores industriales que utilizan la producción en masa.
Con ello se ha modificado las relaciones hombre/trabajo en las siguientes medidas:

· Conocimientos y habilidades requeridos: el tiempo de aprendizaje se reduce drásticamente.
· Ritmo: viene marcado por la máquina o por la línea.
· Grado de repetitividad: muy alto, con tiempos de ciclos inferiores al minuto, con la consiguiente monotonía.
· Relaciones con la gente: el ritmo, el ruido y la distancia física hacen la interacción verbal muy difícil.
· Relación con el producto final: se pierde la visión del producto final, del cual el operario sólo hace una parte insignificante.
· Autonomía para determinar el método de trabajo: el departamento de estudio del trabajo absorbe esta función.
· Estilo de mando: ante un trabajo tan programado, la función del mando intermedio se vacía de contenido y frecuentemente se despersonaliza; en algunos casos se ve que el mando intermedio puede elegir entre diversos estilos, de los cuales, unos refuerzan la presión que pesa sobre el operario y otros la hacen más llevadera.
Podemos centrar la atención en los factores determinantes de la satisfacción o de insatisfacción en el trabajo. Los factores que provocan satisfacción son de naturaleza muy distinta a los que provocan insatisfacción. A los que tienden a provocar insatisfacción –cuando están ausentes- los podemos denominar “factores higiénicos” ya que su presencia no provoca insatisfacción, pero tampoco proporcionan satisfacción. Así podemos decir que provocan no-insatisfacción. A los factores que sí proporcionan satisfacción, los vamos a denominar “motivadores”

Factores MOTIVADORES:
Logro, Reconocimiento, Trabajo propiamente, Responsabilidad, Promoción, Plan de Carrera, Principios de la Compañía.

Factores Higiénicos:
Supervisión, Relaciones con el supervisor, Conocimiento del trabajo, Salario, Relaciones con iguales,, Vida Privada, Relaciones con subordinados, Status, Seguridad

No obstante el aspecto del humano en la empresa no ha parado de evolucionar y además de las teorías de MASLOW podemos considerar la aportación que McGregor nos dejó allá por el 1957, Veamos:

Necesidades fisiológicas:
El hombre es un ser “indigente”, tanto pronto como una de sus necesidades es satisfecha, aparece otra en su lugar. Este proceso es interminable. Dura del nacimiento hasta la muerte.

Necesidades de seguridad.
Son la protección contra el peligro, las amenazas y las privaciones Toda actuación arbitraria de la dirección y, en general, cualquier actuación de ésta que origine incertidumbre con respecto a la continuidad en el empleo puede determinar la necesidad de seguridad de la persona
Necesidades de sociales.
Las necesidades sociales se convierten en un “motivador” importante del comportamiento. Estas necesidades son las de permanecer, estar asociado, ser aceptado por los compañeros, tener amistades, dar y recibir amor….Un grupo de trabajo estrechamente unido puede, en las circunstancias apropiadas, ser mucho más efectivo en el logro de los objetivos organizativos que un número igual de individuos separados. La dirección , controla y dirige esta actuación social hasta extremos insospechados. Con lo que consigue un feedback del empleado hostil y reacio a la colaboración.

Necesidades del YO
Por encima de las necesidades sociales –en el sentido de que no se convierten en “motivadores” hasta que no se satisfacen de modo razonable las necesidades inferiores-, en encuentran las de mayor significado para la dirección y para el mismo hombre. Estas son las necesidades del YO, y son de dos clases:
a) Las que están relacionadas con la propia estima (las necesidades de confianza en uno mismo, independencia, logro, competencia, conocimiento, etcétera).
b) Las que se relacionan con la propia reputación (las necesidades de status, reconocimiento, aprecio, respeto por parte de los compañeros, etcétera)
A diferencia de las necesidades inferiores, éstas son raramente satisfechas; una vez que se convierten en importantes para el hombre, éste se esfuerza indefinidamente por satisfacerlas más y más. Estas necesidades no aparecen en un grado significativo hasta que todas las necesidades fisiológicas, de seguridad y sociales han sido razonablemente satisfechas.
La organización industrial típica ofrece pocas oportunidades para la satisfacción de las necesidades del YO en las personas situadas en los niveles inferiores de la jerarquía. Los métodos convencionales de organizar el trabajo –especialmente en las industrias de producción de masas- conceden poca atención a estos aspectos de la motivación humana. Si los procedimientos de la “dirección científica” hubieran sido calculados deliberadamente para frustrar estas necesidades, es difícil que hubieran podido conseguir este propósito mejor de lo que lo han hecho.
Necesidades de autorrealización
Finalmente, en la cúspide de la jerarquía de necesidades del hombre, se encuentran las que podríamos llamar necesidades de autorrealización. Estas son las necesidades de dar vida a nuestras propias potencialidades, de desarrollarse continuamente, de ser creador en el más amplio sentido de dicho término.
Es evidente que las condiciones de la vida moderna conceden pocas oportunidades para que estas necesidades, que son relativamente débiles, lleguen a manifestarse. De modo que la mayor parte de las personas experimentan frustraciones en lo que respecta a las necesidades de los niveles inferiores, han de distraer sus energías en la lucha por satisfacer dichas necesidades, lo cual trae consigo que las de autorrealización permanezcan dormidas.
La sociedad actual y dentro del esquema de MASLOW destaca los siguientes parámetros:
· El esquema de MASLOW es notablemente plausible. Encaja en la experiencia de un directivo sobre la motivación en el trabajo. Explica la observación de una sociedad industrialmente desarrollada, donde los empleados reciben retribuciones relativamente satisfactorias, parecen adquirir un especial protagonismo otras motivaciones, además de las económicas (pertenencia, logro, status, etcétera).
· El esquema contiene una explicación de las líneas maestras del desarrollo psicológico humano.
· El mismo concepto de jerarquía de necesidades está revestido de una cierta elegancia intelectual lo que hace singularmente atractivo.
Sin embargo, dicha teoría contiene matices debemos considerar y subrayar, veamos:
a. En ciertas personas, las necesidades de propia estima parecen ser más importantes que las necesidades sociales. Estas personas parecen haber desarrollado la noción de que el mejor modo de ser querido es siendo fuerte y poderoso.
b. En ciertas personas altamente creativas, el impulso por crear parece ser más importante que cualquier otra necesidad; están dispuestas a pasar grandes privaciones para poder expresar su talento creativo. Este es el caso de bastantes artistas.
c. En ciertas personas el nivel de aspiración parece quedar bloqueado a un nivel muy bajo. Se trata normalmente de personas que han sufrido grandes privaciones.
d. En ciertas personas parecen no existir las necesidades sociales. Los indicios disponibles parecen sugerir que se trata de personas que no han encontrado afecto en los primeros meses de su vida y que, por esta razón, han perdido el deseo de dar y de recibir afecto.
e. Ciertas personas que aparecen guiadas por los valores e ideales superiores han mostrado la capacidad de padecer grandes sufrimientos en aras de sus ideales.
f. Las personas que han tenido siempre satisfechas las necesidades inferiores –fisiológicas y de seguridad- y que tienen fuertemente activadas las necesidades superiores parecen olvidarse de aquellas, hasta el punto de poner en peligro su satisfacción. Sólo cuando la privación de las necesidades inferiores alcanza una cierta continuidad es cuando parece que estas necesidades vuelven a alcanza su prepotencia.
A todo esto hay que añadir que MASLOW no quiere decir con su esquema que una necesidad debe estar satisfecha plenamente para que la siguiente emerja. Las necesidades no emergen repentinamente. Así, si una necesidad interior, llamémosla A. está sólo satisfecha en un 10%, entonces la necesidad superior, llamémosla B, no será visible. Sin embargo, cuando la necesidad A se satisfaga al 25%, la B emergerá con una intensidad del 5%; si la necesidad A llega a satisfacerse en un 75%, entonces la B adquirirá una intensidad del 50% y así sucesivamente.
Finalmente, Maslow, a pesar de la importancia que atribuye a la satisfacción de las necesidades como condición para el desarrollo psicológico, reconoce que la satisfacción desordenada de las necesidades humanas puede tener consecuencias patológicas. El desarrollo de una personalidad sana es algo más que cuestión de satisfacción de las necesidades básicas. Con otras palabras, la permisividades patógena. Hace falta una dosis de firmeza, de disciplina y de frustración para hacer a una persona madura.
Una teoría de la motivación desarrollada por Victor Frankl nos describe “el hombre es una criatura responsable y que debe aprender el sentido potencial de su vida… y el verdadero sentido de la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como si se tratara de un sistema cerrado. Por idéntica razón, la verdadera meta de la existencia humana no puede hallarse en lo que se denomina autorrealización. Esta no puede ser en sí misma una meta, por la simple razón de que cuanto más se esfuerce el hombre por conseguirla más se le escapa, pues sólo en la misma medida en que el hombre se compromete al cumplimiento del sentido de su vida, en esa misma medida se autorrealiza. En otras palabras, la autorrealización no puede alcanzarse cuando se considera un fin en sí mismo, sino cuando se la toma como efecto secundario de la propia trascendencia.