martes, 5 de marzo de 2013

PACIENCIA Y A LO TUYO


Cómo hacer que tus compañeros de trabajo no te amarguen la vida

¿Quién no ha tenido un rifirrafe con un compañero? Las tensiones, en su mayoría poco graves, están a la orden del día en las oficinas. Manejarlas y resolverlas es fundamental para que no deriven en un problema mayor.


Para Montse Ventosa, fundadora de Truthmark, lo primero es no tener miedo a los conflictos: “Son algo innato al ser humano y muy común en nuestra cultura”. Un conflicto no es sólo sinónimo de pelea y violencia. José Manuel Casado, presidente de 2C, recuerda que “significa diferencia de opinión. Y esto en las organizaciones es una fuente de innovación y creatividad. Hay jefes que incluso la fomentan como canalizador de energía y competitividad”.

Pero, ¿cómo reaccionamos ante un enfrentamiento? Sólo hay dos opciones: afrontarlo o evitarlo. Los expertos coinciden en que huir es siempre una mala opción, porque el problema no desaparece, queda como un rescoldo que en cualquier momento puede revivir y explotar de manera más agresiva. A estas dos opciones Ventosa añade otra reacción: “La queja por sistema. Protagonizada por trabajadores que lo que hacen es provocar constantemente a sus compañeros. En estos casos, oculta a un profesional inseguro que quiere llamar la atención”.


La raíz
La solución llega cuando se averiguan las causas de esas peleas. La mayoría tienen su origen en una lucha de control del poder. Es decir, pura competencia. Casado explica que la mala comunicación interna y una equivocada asignación de los roles de cada miembro del equipo son los principales detonantes.

En cualquier caso, cuando ha saltado a la luz la discrepancia, la solución tiene que buscarse entre las partes implicadas: “Recurrir a un superior para que medie sólo daña la imagen del profesional, subrayando su falta de habilidad para trabajar en equipo”, dice la socia de Truthmark.
La solución se debe buscar entre las partes implicadas, sin recurrir a un superior
Aunque parece obvio, es fundamental asumir que existe el problema y tener voluntad de solucionarlo: “Hay que ser valiente, enfrentarte directamente a la situación, hablar con la otra persona con respeto, humildad y sabiendo asumir tu parte de culpa “, resume Ventosa.
La clave para que los pequeños rifirrafes no lleguen a más es el autoconocimiento, señala Casado, que añade que “si sabemos cómo reaccionamos ante los problemas y queremos ponernos en la piel del otro, lograremos la resolución de la tensión”.

Manual para afrontar las disputas
- Crea y mantén un vínculo con tu adversario. La clave para desarticular un conflicto es establecer un nexo de unión o un objetivo común entre ambas personas. No hace falta que te caigan bien, pero sí hay que crear una relación basada en el respeto mutuo y la cooperación.


- Diálogo y negociación. Centra la conversación en las cuestiones más polémicas tratando de buscar un lado positivo. No te muestres hostil ni agresivo. Afronta la negociación como un proceso en el que todos debéis ceder.

-Pon las cartas sobre la mesa. No escondas nada, ni dejes de lado la cuestión más espinosa. Hasta que no salga todo a relucir no llegarán las soluciones.

- Comprende la causa del conflicto. A menudo la raíz de las discrepancias no es tan profunda ni insalvable. Hay que hacer un ejercicio por ponerse en la piel del otro. Determina si la controversia guarda relación con intereses o con necesidades. Los primeros son más transitorios y superficiales, mientras que las segundas son más básicas y difíciles de negociar.
- Reciprocidad. Es fundamental llegar a un punto de colaboración y cooperación. Ten en cuenta que, por lo general, lo que uno da es lo que recibe.
- Construye una relación sincera. Una vez establecido un vínculo y un canal de comunicación hay que cuidar esa relación. Cuando surja una desavenencia abórdala cuanto antes y sé sincero con la persona implicada.

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