Exprime tu jornada laboral
Nadie puede gestionar el tiempo, porque una hora sólo tiene sesenta minutos, ni más ni menos. Para sacar partido a este espacio limitado tienes que aprender a distribuir tus actividades diarias de la manera más adecuada. Parece claro que echar la culpa a la falta de tiempo no es excusa, porque todos los profesionales disponen del mismo, lo que sucede es que unos son más diestros que otros en la planificación.
Planificar sin estrés
Para exprimir al máximo tu jornada laboral evita caer en las redes de una planificación estricta: además de abocarte a un estrés innecesario, si hay algo que rompa tus esquemas llevará al traste la realización de las tareas que tenías pensado finalizar en tiempo y forma.
Eva Rimbau es profesora en la UOC y experta en recursos humanos. En su opinión, establecer al principio del día cuáles son las prioridades y qué quieres sacar adelante es fundamental: “Si cumples lo primero el resto de la jornada va rodada. No hay que distraerse con asuntos que realmente no son urgentes; y, lo más importante, es imprescindible prever cierto tiempo para otras cuestiones inesperadas que pueden romper los planes. En la planificación debes saber que no dispones de todo tu tiempo. No se puede ser esclavo de la organización”. Su propuesta es escribir una lista de pendientes e ir avanzando cuando se tenga un hueco: “Es la mejor manera de solucionarlo poco a poco y que no se convierta en una losa”.
Ambos expertos coinciden en que marcarte unos objetivos diarios a cumplir en tu jornada es la mejor receta.
La guía de oro
- Márcate microobjetivos cada día. Asume cada jornada laboral como si de tus resultados diarios dependiera la supervivencia de tu propia empresa.
‘Agéndalo’. Pon por escrito cuáles son tus objetivos y por qué es primordial que los cumplas.
- Ejecútalo. Consigue terminar tu tarea en los límites que marca el tiempo, dando prioridad a lo importante sobre lo urgente.
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