domingo, 27 de mayo de 2012

¿DONDE TE INSTALAS EN LA QUEJA O EN EL AGRADECIMIENTO?

País de quejicas
Da igual que pongas la televisión, la oreja en el autobús, la radio, abras un periódico, te tomes un vino con los amigos o mantengas una reunión de trabajo. La conclusión es la misma: la ‘cosa’ está fatal y la culpa es de aquellos o de éstos. Menudo país de blandengues, quejicas y resignados, por no decir “indignados” que viene a ser lo mismo.
Si no soy parte del problema nunca, seré parte de la solución. Ni los bancos, ni los políticos, ni los empresarios ni los sindicatos, ni nadie más que nosotros, individuo a individuo, somos los que hemos generado la situación actual. Podemos seguir quejándonos, pero así no conseguiremos nada. Asumiendo esto, sin paliativos ni rencores, podremos desarrollar acciones productivas, cada uno en su nivel. Lejos de las quejas y de la indignación. Los tiempos de pedir cuentas vendrán después. La pregunta que cada uno deberíamos hacernos es antigua y famosa: ¿Qué puedo aportar para salir de esta situación? Las respuestas tienen que salir de cada uno de nosotros. Trabajar más horas, reducir los márgenes comerciales y los beneficios, ir menos al médico, prestar servicios de manera gratuita o a cargo de los subsidios que recibimos y que las administraciones no pueden asumir... y dos mil ideas más que podemos tener. Todo menos quejarnos. Un ejecutivo me decía hace unos días: “No vendemos, da pena mirar los números. Lo de siempre no sirve. La presión sobre la venta es inútil”. Después de reflexionar con él cambió su visión: “Es cierto que el consumo ha caído, y seguirá cayendo, pero también es verdad que se sigue consumiendo. Sólo tengo que saber cómo entrar en los nuevos canales y no empecinarme en lo de siempre”. La respuesta está en cada uno de nosotros. La clave, actuar productivamente.

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