jueves, 19 de abril de 2012

¿DOMINAS TUS EMOCIONES?



Que tus emociones no afecten a la productividad de la empresa
La alegría, la pena, la ira o el desasosiego, son emociones que todos hemos sentido. Llevarlas al lugar de trabajo es casi inevitable, pero es necesario controlarlas para que no infieran en el buen funcionamiento de la compañía.José Ramón Jiménez de Garnica y Blanca Jiménez Anabitarte, autores del libro El factor humano (editorial Almuzara), defienden que “muchos problemas de productividad en las empresas son la consecuencia de ambientes en los que no se dan las circunstancias para una buena gestión de las emociones”.Convivimos todos los días con nuestros estados de ánimo y con las emociones de los demás. Hay ocasiones en las que nos los llevamos al trabajo y otras en las que el propio ambiente profesional provoca en nosotros reacciones que deberíamos aprender a controlar. Según los autores, “las emociones en muchos casos son buenas porque nos ayudan a lograr unos objetivos”. Por ejemplo, sentir algo de miedo puede hacer que trabajemos más rápido, pero si ese miedo va en aumento puede provocar que nos paralicemos y no podamos cumplir con nuestras obligaciones. “Por ello, es aconsejable aprender a manejar las emociones en la medida de lo posible y no permitir que ellas nos gobiernen a nosotros”. Es decir, aunque resulte imposible evitar llevar nuestras emociones al lugar de trabajo, es imprescindible aprender a controlarlas para que no afecte al resto del equipo. Más, si cabe, cuando se trata de trabajos relacionados con la atención a clientes. En ese caso es especialmente importante tratar de controlarlas.Todos hemos vivido algún drama que no nos ha permitido prestar la atención adecuada a nuestro trabajo. Ahí es cuando debemos hablar con nuestro responsable para que no llegue a pensar que nuestro estado de ánimo se deba a algo relacionado con el trabajo. El efecto contagio Las emociones se contagian. Aunque unas más que otras. Según un estudio que realizó la School of Management de la Universidad de Yale, los estados de ánimo positivos son más contagiosos que los negativos. En El factor humano ponen un ejemplo bastante revelador: si sonreímos al dirigirnos a nuestros compañeros en un día en el que el trabajo está siendo especialmente duro y el ambiente está tenso, seguramente el clima se vaya distendiendo poco a poco.No en vano, son bastantes las empresas que han incluido en sus evaluaciones de personal aspectos como la capacidad de generar buen ambiente, o la aptitud de gestionar de manera adecuada el estrés en situaciones de crisis. Hoy en día, “las empresas procuran no tener entre sus empleados a personas desilusionadas o que ven problemas constantemente”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario