Los autónomos y 'freelance' no quieren ser robots
Las empresas que recurren a los empleados con nuevos modelos de trabajo flexible se enfrentan a las demandas de éstos, que no se consideran ni empleados tradicionales ni autónomos independientes.
Compañías como Uber o Handybook atraen a los consumidores y a los inversores porque sus aplicaciones móviles son como un mando a distancia para llamar a un conductor o a una señora de la limpieza. Sus fundadores aseguran que sus profesionales son micro-emprendedores que están a la vanguardia de un nuevo futuro flexible en materia laboral en el que la gente sólo hará los trabajos que quiera y cuando quiera.
Pero varias demandas judiciales, protestas y foros organizados por y para estos profesionales indican que muchos de ellos no están tan entusiasmados con el nuevo modelo laboral. Trabajadores y extrabajadores de Uber, Mechanical Turk (propiedad de Amazon, que se dedica a labores informáticas) y Handybook señalan que las plataformas de trabajo bajo demanda les dan poco control sobre las condiciones laborales, y les obligan a correr riesgos personales y financieros sin los beneficios o las ventajas que esperaban. Ambivalencia Este descontento no supone aún una gran amenaza para las compañías, pero pone de manifiesto la ambivalencia que sienten quienes trabajan por proyectos hacia ellas. "Muchas personas están realmente liberadas por el dinero extra que ganan y por la flexibilidad de horarios. Pero al mismo tiempo se sienten aisladas y confusas", explica Shelby Clark, consejero delegado de Peers, una organización a la que pertenecen unos 250.000 trabajadores bajo demanda.
Una cuestión muy polémica es si estas personas deben considerarse empleados. Por ejemplo, el año pasado un tribunal de apelación dictaminó que FedEx consideraba erróneamente como autónomos a conductores de camiones que tenían que llevar el uniforme de la empresa, conducir sus vehículos y trabajar con un aspecto acorde a sus normas. Uber y Handybook se enfrentan a demandas parecidas.
Handybook es una compañía de Nueva York que ofrece servicios de limpieza y trabajos del hogar (pintores, fontaneros, etcétera) por 25 dólares a la hora y cuenta con 5.000 autónomos. Según la demanda, la empresa exige que los trabajadores cumplan normas laborales estrictas, como cuándo usar el baño.
Vilma Zenelaj limpió casas para Handybook en Los Angeles durante un tiempo el año pasado, pero luego la despidieron porque pasaba algunos trabajos a su hermana. Las dos encabezan una demanda colectiva en la que exigen que los trabajadores de Handybook cobren el salario mínimo y reciban otras prestaciones, porque carecen del control sobre su trabajo que tienen los verdaderos autónomos. "No somos robots; no trabajamos por control remoto; somos personas", afirma Vilma. ¿Flexibilidad? Pero una portavoz de la empresa afirma que la demanda no se sostiene (otra fue rechazada en diciembre). La compañía quiere llevar el caso al proceso de arbitraje: "La gente trabaja para Handybook porque le aporta mucha flexibilidad y gana más de 18 dólares por hora como media", señala la portavoz. Estas personas no son ni empleados tradicionales ni autónomos independientes, los dos únicos tipos de trabajadores que contemplan las leyes laborales. Según los expertos , es improbable que las normas cambien pronto, por lo que los tribunales y las compañías deberán resolver estos asuntos complejos.
CrowdFlower, que contrata a millones de personas para que hagan trabajos digitales como introducir datos en ordenadores, ha sido objeto de una demanda colectiva de casi 20.000 trabajadores que afirman que la organización viola las leyes del salario mínimo.
También declaran que deberían ser considerados empleados porque la empresa les da instrucciones muy concretas sobre cómo hacer su trabajo. Según la demanda, el cofundador de CrowdFlower dijo en una entrevista que la compañía a veces paga de 2 a 3 dólares por hora, mucho menos que el salario mínimo de 7,25 dólares. CrowdFlower ofreció más de 585.000 dólares a los demandantes, pero un juez de California rechazó su oferta porque consideró que era insuficiente. Un país de autónomos Venky Ganesan, socio de la firma de capital riesgo Menlo Ventures que tiene inversiones en varias compañías de trabajo por proyecto, apunta que este modelo beneficia a los trabajadores y a las empresas, y que a los inversores no les preocupan sus problemas mientras haya trabajadores.
Es difícil calcular la cifra de personas que se dedican a esto, porque muchas entran y salen de estas empresas continuamente. Por ejemplo, Uber declaró que tenía unos 162.000 "conductores en activo" en diciembre, pero no ha revelado la cantidad total de aquellos registrados en su plataforma. Unos 53 millones de estadounidenses (el 34% de la población activa) trabajan a porcentaje de forma independiente, según un informe elaborado en 2014. "Vamos camino de convertirnos en un país de autónomos", asegura Ganesan.
Kristy Milland, de Toronto, señala que Mechanical Turk "no paga un sueldo justo y se aprovecha de las personas que no están protegidas por las leyes laborales". Pero una portavoz de Amazon comenta que a los trabajadores de Mechanical Turk les gusta su flexibilidad y que en la plataforma "tienen una amplia variedad de trabajos entre los que pueden elegir". Segundo empleo sí pero... Un estudio encargado por Uber revela que sus conductores ganan una media de 19 dólares por hora, sin descontar gasto. "La mayoría está muy satisfecho con la empresa y con la oportunidad de ganar un dinero extra y tener un control total sobre cuándo trabaja", destaca David Plouffe, director de política y estrategia de Uber.
Un conductor de New Jersey empezó a trabajar para la empresa el año pasado mientras tenía un trabajo a tiempo parcial, pero hace poco que perdió ese empleo y ahora trabaja para Uber a tiempo completo. "Como segundo empleo es excelente, pero si conduces todo el tiempo ganas de 8 a 10 dólares por hora y el coche se desgasta", afirma.
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