domingo, 25 de mayo de 2014

¿ERES VERDADERAMENTE PROFESIONAL?


Evita los peores errores en tu trabajo

Buena parte de los traspiés profesionales que te parecen una humillación de la que te resulta difícil recuperarte pueden tener solución. En muchos de ellos puedes encontrar incluso un lado positivo para tu carrera.

Puede que tu jefe esté detrás de las peores humillaciones que más frustración te han causado. O puede que los culpables sean ciertos compañeros tóxicos. Tal vez en tu andadura profesional te hayas encontrado con situaciones incómodas que te avergüenzan o perjudican, y de las que aparentemente no has salido bien parado.
Parece evidente que la más grave y difícil de asumir es que te veas fuera de tu empresa, pero hasta para esa clase de frustración hay soluciones. Quizá tu compañía ejerza un control humillante sobre ti, más allá de los horarios laborales; o puede que seas un profesional invisible; o un obseso de ser o parecer imprescindible. Puede ser que todos te reconozcan como presentista, miembro de una fauna de incompetentes aparentemente eficaces que apenas aportan valor; que tu organización te controle más allá de tu horario profesional, amargándote la vida; o tal vez te hayan engañado y las promesas que recibiste al llegar a tu compañía jamás se han cumplido. ME CREO IMPRESCINDIBLE La obsesión por dejar de ser prescindible sólo puede conducirte a hacer el ridículo. La clave no es qué debes hacer para dejar de ser prescindibles, sino cómo puedes afrontar el hecho de que nadie es insustituible. Debes vivir y trabajar con ello.
Está claro que siempre habrá alguien que pueda llevar a cabo la tarea que realizas. No puedes humillarte hasta el punto de ser de esa clase de profesionales que no aceptan que todo funcione sin ellos durante una temporada; ni de los que temen tanto a no ser necesarios que no se toman vacaciones o pasan sus días de descanso llamando al trabajo para ver si todo va bien. A menudo, pensamos que pasar inadvertido puede ser algo bueno, cuando ser visto y reconocido es una necesidad humana. Ser camaleónico es una técnica poco útil cuando se trata de crecer en el trabajo.
Pero hacerse el imprescindible es poco inteligente si se quiere progresar profesionalmente, y el que comete este error queda estancado y resulta más vulnerable. La solución es básica: reinvéntate y añade valor. Pero sin creerte insustituible.
Si las señales que recibes de que eres prescindible te llevan a pensar que puedes ser despedido, lo más inteligente es trabajar con eficacia. Deja una excelente imagen en la compañía y muestra flexibilidad y valor añadido. Salir de tu empresa no es el fin, y la actitud que mantengas se traslada a las entrevistas de trabajo que consigas. Trata de ser positivo y no perder el tiempo en rumores de pasillo; negocia el plazo de transición y ten en cuenta que se busca mejor desde dentro que en la calle. ME REPELE LA EXIGENCIA La disponibilidad de 24 horas que facilita la tecnología, o el hecho de que tu empresa no haga demasiado por distinguir entre tu vida personal y profesional, puede llevarte al dilema de si debes soportar una dedicación extrema, incluso más allá del horario laboral. Tal dedicación puede incluir eventos, fiestas, reuniones, u obligaciones de trabajo que no distinguen fines de semana de días laborables y que, evidentemente te incomodan. Se trata de una indefinición y confusión entre la esfera personal y la laboral que puede llevarte a quedar marginado si no sigues las actividades extraordinarias que la empresa impone fuera del horario de trabajo.
¿Puede tu compañía exigirte dedicación absoluta o participación en eventos sociales? Lo natural no es que la organización pueda pedir ese tipo de cosas, sino que tú decidas hacerlo. Es una elección de trabajo, no una obligación. Verse obligado a tomar parte de estas tareas extraordinarias tiene su origen en la situación actual del mercado laboral –miedo a perder el puesto o a no encontrar uno nuevo– que provoca cierta resignación y sumisión.
El trabajo ya no es un lugar o un puesto al que vas. Es un estado, una acción. Cada vez más, se trabaja por proyectos y con una flexibilidad horaria mayor, por lo que la profesionalidad ya no se mide por el tiempo en la oficina, sino por objetivos alcanzados. Ten en cuenta, antes de que esa exigencia de dedicación pueda agobiarte, que ahora es más frecuente encontrar profesionales que eligen y gestionan sus tiempos. Y eso podría ser incluso durante el fin de semana. REACCIÓN TÓXICA Algunos jefes son especialistas en machacar a sus empleados y se muestran como verdaderos expertos en crear fórmulas para que los mejores decidan irse. Quizá tú has sufrido este tipo de humillación profesional y soportas un modelo laboral en el que chirría cualquier elemento distorsionante que aporte valor y genere debate.
El alto grado de tolerancia a la mediocridad en un entorno laboral que promociona al incompetente puede ser otra afrenta insoportable, que te lleva a abandonar una organización. Parece claro que una de las grandes humillaciones profesionales que puedes sufrir tienen su origen en sistemas de promoción, retos y carrera profesional mal gestionados, que no discriminan el talento de las personas, ni tienen en cuenta que tus expectativas van más deprisa que las oportunidades que ofrece tu compañía. Esto está relacionado con confundir la fidelidad con la competencia: se promociona a aquel del que te fías, aunque no sea el más capaz. Muchos jefes se rodean de mediocres porque esa es su única forma de brillar. Así, los pelotas promocionan si dan con un mando que los necesita.
También puedes sufrir los rigores de un ecosistema laboral en el que prosperan los parásitos emocionales que encuentran una forma de vivir tranquilos, o esforzándose en agradar a sus jefes, aparentando estar en el lugar adecuado en el momento preciso y con una habilidad extraordinaria para esquivar tareas y funciones delicadas y expuestas.
Pero como hay consuelo para casi todo, también se pueden ver ventajas al hecho de tener jefes y colegas de trabajo tóxicos. Un estudio de la Universidad de Pensilvania citado por The Wall Street Journal revela que no todos los "elementos tóxicos" que hacen más difícil nuestro trabajo, afectan negativamente a la vida en la oficina o a la productividad. En esa fauna perniciosa están los narcisistas –sean jefes o colegas–, que según el estudio pueden resultar personas muy carismáticas que sirven de inspiración a sus acólitos y pueden ser grandes mentores y líderes. También puedes sacar partido de tener un jefe mediocre, inepto, egocéntrico... Es posible que conviertas la frustración y la supuesta humillación en un desarrollo profesional.
Lo más evidente es que tener un jefe con antivalores supone aprovechar ese antimodelo para saber cómo no se deben hacer las cosas y qué tienes que evitar; es algo así como aceptar un entrenamiento duro. A corto plazo, un mando tóxico te lleva a salir fortalecido de una situación complicada.
Hay más ventajas en las que puedes encontrar consuelo antes que humillación: el mal jefe te llevará a descubrir tus propias fortalezas y debilidades, y sirve además para reafirmar tus valores; con uno que no brilla profesionalmente, tú puedes destacar más, y si te ganas su confianza, incluso puede llegar a apoyarse en ti; y tendrás la posibilidad de experimentar y de tener un grado de autonomía superior. Podrás encargarte de tareas y funciones que no estarían a tu alcance, ya que tendrás que hacer lo que tu jefe no sabe. Eso te otorgará visibilidad y experiencias de aprendizaje.
Además, en ese entorno de aparente frustración profesional por culpa de quien te manda tienes la oportunidad de identificar qué trabajo deseas hacer realmente. NUEVA SITUACIÓN La convivencia entre un número creciente de generaciones en las compañías da lugar a que cada vez más jefes jóvenes –teóricamente inexpertos– manden en profesionales con más años en la compañía. Si te cuesta asimilar esta circunstancia deberías pensar en aceptarlo. No debes verlo como una humillación, porque esta situación se hace más frecuente en un escenario en el que la edad ya no es un elemento que defina la jerarquía organizativa. Existen otros requisitos asociados a las capacidades.
Si tienes un jefe más joven debes verlo como algo natural, aunque te haga pensar acerca de tu progresión de carrera. Lo importante es valorar su contribución real, independientemente de cuántos años tenga. Debes percibir que tu superior aporta valores diferenciales que quizá tú no tienes. VICTIMISMO Si cometes el error de ser tú el que está entre los chimosos y los creadores de rumores, debes saber que varios estudios de clima laboral te sitúan en el top 5 de los comportamientos más abyectos en el lugar de trabajo. El consuelo que te queda es que hay quien piensa que el rumor o el chisme, bien usado, puede ser beneficioso en comunicación interna, para lanzar o recibir información que no circula por los cauces oficiales, o para que se descubran ideas o innovaciones que no siguen las vías comunes de la organización. Quizá eso te valga...
También puedes caer en otras espirales negativas: un error casi imperdonable es ser un pesimista que siempre lo ve todo mal, lamentarte por todo, a todas horas, o interpretar siempre lo peor. Si te repites machaconamente cosas negativas, al final las crees y sólo quieres ver lo que ratifica tu visión desgraciada. Todo esto provoca agobio y estrés.
Si no crees en nada y no ves que la actual situación vaya a ningún sitio, lo fácil es bajar el nivel de rendimiento. Dejas de esforzarte si no estás seguro de si seguirás o no el mes que viene, o si cambiará totalmente la estrategia... Resulta más fácil encontrar excusas para la apatía. Baja tu autoestima y tu marca personal queda dañada. Tienes demasiado tiempo para caer en el victimismo, y puedes cometer otra grave equivocación: dedicarte a crear más conflictos de los que puedes resolver. EMOCIONES SIN CONTROL ¿Es para llorar? Hacerlo siempre resulta penoso. Millones de niños han crecido escuchando a sus mayores que "los hombres no lloran". Han sido educados para no hacerlo, y reprimirse es casi un acto reflejo en ellos. Pero tampoco las mujeres deben llorar en horario laboral. Para ellas, las lágrimas en el trabajo se perciben con un desdén especial y las consecuencias son particularmente perjudiciales.
Kim Elsbach, profesora de management en la Universidad de California, asegura que "llorar en público en el transcurso de una reunión, o por culpa del estrés que provoca el trabajo se considera especialmente ruinoso para una mujer, y también un síntoma de debilidad". Llorar en una entrevista de evaluación puede ser tomado además como un intento de manipular el resultado y una falta de profesionalidad.
Pero también esta humillación laboral puede tener su lado positivo: durante mucho tiempo, las emociones se han reprimido, aunque luego se ha visto que son buenas si se presentan de una manera positiva. Las emociones positivas se aceptan en términos de motivación. Deja espacio para las emociones más difíciles, como la posibilidad de expresar frustración. LA ESTUPIDEZ Si en tu compañía estás catalogado como "estúpido funcional" debes saber que tu "habilidad" puede ser gestionada e incluso resultar productiva. ¿A quién humilla esa estupidez? Un profesional con talento puede llegar a resultar molesto, porque genera cambios o propone ideas. Pero cuando alguien no es precisamente brillante, lo cierto es que no entorpece. No tiene iniciativa, ni ideas. Los incompetentes aparentemente eficaces pero que en realidad apenas aportan valor a su compañía pueden ser excelentes mantenedores para aquellas organizaciones que no desean cambiar.
 

domingo, 18 de mayo de 2014

¿POR DONDE CAMINAN TUS RETOS?

Ya has encontrado un empleo... pero ahora empiezan tus desafíos

Quizá llevas mucho tiempo buscando trabajo y, tras una travesía del desierto laboral, has encontrado un puesto. Tu alegría inicial será lógica al regresar al mercado, pero es posible que caigas en la tentación de pensar que todo está hecho. Lo cierto es que esa nueva oportunidad implica desafíos y dificultades que tienen que ver con la posibilidad de que te quedes estancado o frustrado. Puedes evitarlo.

Por mucho que te haya costado encontrar un empleo y por mal que lo hayas pasado en tu búsqueda, acceder a un puesto no es ni mucho menos el final del camino. Por duro y cruel que te pueda parecer, no hay apenas tiempo para relajarse y disfrutar del momento. La nueva oportunidad laboral que tienes ante ti llega cargada de problemas y desafíos que tendrás que superar para mantener tu trabajo, para no perder la motivación –sea la que sea al inicio–, y para no quedar estancado y superado por los cambios vertiginosos que impone el mercado laboral y las exigencias de tu nueva compañía.
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, recuerda que "la sensación de encontrar trabajo es de euforia y orgullo. Pero estas emociones duran poco tiempo y tienden a convertirse en agobio, miedo o vértigo cuando accedes al puesto deseado. Desde el primer momento, al llegar a la nueva compañía, hay un cierto miedo o respeto a dar la talla. Se trata de algo que toca tu autoestima". Marcos Urarte, socio director de Pharos, coincide en que "antes de incorporarte, consideras que eres muy afortunado y lo idealizas todo". Cuando la expectativa y la realidad no coinciden La cuestión es que nunca debes idealizar las expectativas. Has de tener en cuenta que cualquier empleo tiene una cara amable y una cruz mucho más tediosa, y en esa situación corres el peligro de diseñar tu empleo ideal haciéndote una composición de lugar muy diferente a la realidad, porque la vivencia real suele ser distinta a la idea que te haces.
Urarte explica que al llegar a un nuevo puesto de trabajo "lees los valores teóricos de la empresa a la que te vas a incorporar –que suelen quedarse en pura teoría– y éstos te suenan bien. Cuando estás recién incorporado puedes hacerte preguntas sobre tu nuevo puesto, pero en general no ves los riesgos o problemas. Crees que podrás cambiar todo aquello que no te resulta agradable".
Jorge Cagigas, socio de Epicteles, también cree que "en un proceso de cambio suele hacerse una interpretación demasiado positiva de la nueva oportunidad o puesto, y se tiende a minimizar los obstáculos. Cuando alguien decide cambiar, la información de la que dispone es asimétrica y no conoce todo sobre la nueva empresa. La comparación debe hacerse con más simetría, porque de lo contrario llega la frustración".
Manuel Clavel, socio de Norman Broadbent, aconseja que "si has buscado bien debes validar –y hacerlo rápidamente– que encajas en esa organización. Es bueno identificar si la compañía a la que te diriges ha comunicado bien sus valores". José María Gasalla, profesor de Deusto Business School, recuerda que "a quien entra en una empresa se le exigen muchas cosas, pero normalmente esa persona suele pedir más bien poco. Resulta determinante que el que llega a una compañía sepa con quién va a trabajar, quién va a ser su jefe, saber si en esa empresa se preocupan de desarrollar el talento, si ese trabajo va a potenciar nuestro capital profesional". Jorge Cagigas coincide en que "puede resultar muy útil que te asegures antes de realizar el cambio de que en la nueva compañía hay procesos de integración y de incorporación adecuados. Además, debes darte tiempo para hacer un análisis de la situación. Plantéate un plan de incorporación y dirígelo tú si es posible".
Elige algo que esté de acuerdo con tus principios. Trata de experimentar, con la mayor cercanía posible, aquello nuevo a lo que quieres dedicarte. Lo aconsejable es probar, actuar, vivir lo que viven quienes se dedican a esa nueva actividad. Y hacerlo progresivamente, como en una transición desde la que confirmar si se ha tomado la decisión correcta o hay que abandonarla. No hay que precipitarse; es preferible convivir con un periodo de dudas o contradicciones que tomar una decisión indebida y costosa. Cómo ha sido la búsqueda, un factor clave de futuro Un elemento diferenciador de los retos y desafíos con los que te encontrarás en tu nuevo empleo –y la manera de afrontarlos– es cómo ha sido tu experiencia de búsqueda de trabajo: depende de si ésta ha supuesto un rastreo acuciante por tu parte; de si se trata de una búsqueda de trabajo desde otro puesto; o si sólo te has planteado la cuestión de mejorar... Cagigas opina que "de la situación profesional desde la que llegas al nuevo trabajo depende el planteamiento que te puede llevar a mantener la motivación en ese puesto, y ésta modifica aquellas cuestiones que te permiten mantenerte en conexión, con compromiso y responsabilidad. No puedes olvidar que precisamente el compromiso del primer día es lo más difícil de mantener".
En este sentido hay que tener en cuenta que la relación entre empleado y empleador ya no es de por vida. Si has aplicado esto a tu búsqueda de empleo no te será difícil descubrir y aceptar en el nuevo puesto que existen nuevos modelos de compromiso, de carrera y de fórmulas de trabajo. Para que no tropieces dos veces en la misma piedra José María Gasalla cree que al acceder a tu nuevo empleo debes hacer un esfuerzo por comprender las causas por las que has estado en paro: "Podemos tropezar varias veces en la misma piedra y cada cual es responsable de su propia carrera. Si estabas desempleado y has tardado mucho tiempo en volver a trabajar, conviene que analices qué ha ocurrido para que no vuelva a sucederte lo mismo".
No te empeñes en aquello para lo que no estás dotado y plantéate si, durante el tiempo que has estado buscando sin éxito, has sabido vender tus aptitudes, y si realmente has utilizado los canales más adecuados que pueden acelerar tu entrada al mercado laboral. La motivación que proporciona el salario no es eterna La alegría del nuevo trabajo también puede desaparecer si sólo has aceptado un puesto por el sueldo. Marcos Urarte recuerda que "el salario que inicialmente te parecía bien –habrías aceptado cualquier cosa en una situación de paro desesperada– ahora ya no cumple tus expectativas. Debes tener en cuenta que el atractivo del salario –o el de un aumento– se pierde enseguida".
Manuel Clavel también constata que "la retribución es el caballo de batalla en una negociación, pero el salario nunca conseguirá que te levantes motivado cada mañana".
Cuando se analiza qué es lo que más valoran los empleados en una organización suele concluirse que la flexibilidad –horaria, teletrabajo, o referida a los medios que pone la empresa para la ayuda familiar– es un factor determinante; igual que el desarrollo y las oportunidades de formación y crecimiento –las que harán que más tarde la retribución sea mayor– o los aspectos culturales, que son más apreciados por las jóvenes generaciones.
La felicidad en el trabajo tiene que ver con la decisión de trabajar en una organización de forma comprometida. Por eso, si buscas sólo el sueldo debes saber que la mayor parte de estudios que analizan la satisfacción que éste reporta concluyen que la motivación extra que proporciona un aumento dura apenas tres meses. Los trabajos que producen más satisfacción son aquellos que implican un mayor grado de realización personal, y se basan por tanto en las actividades que aportan un alto valor. Llega el momento de plantearte por qué has aceptado... En el nuevo trabajo puedes toparte con la falta de coherencia por parte de la compañía. Lo que se hace y lo que se dice tiene poco que ver; las palabras y los hechos no concuerdan; las promesas se rompen con facilidad... Son los grandes pecados que hacen que una empresa sea un mal lugar para trabajar. A esto se une la falta de transparencia y el ocultismo: no se dejan claras las expectativas, y las responsabilidades están difusas. Y, por si fuera poco, puede darse un caldo de cultivo para los jefes tóxicos.
Para José María Gasalla lo importante cuando se accede por fin a un nuevo puesto es plantearse qué queremos con ese trabajo. "Se trata de analizar si hemos aceptado el empleo por razones económicas o de supervivencia; o si realmente no permitirá potenciar nuestra carrera en el futuro". Gasalla añade que si la decisión se basa en razones puramente económicas "no es de extrañar que decidamos aguantar carros y carretas, y que no nos importe quedarnos estancados, porque lo principal en ese caso será sobrevivir".
Ovidio Peñalver cree que "esta brecha entre expectativa y realidad provoca frustración y tristeza. Si se idealiza el nuevo empleo, puede llegar a decepcionarte el hecho de que resulte difícil promocionar en la nueva organización a la que has llegado; que el sueldo que recibes se revele como injusto; que te ofrezcan una responsabilidad que no compensa lo que te pagan".
El puesto de trabajo al que acabas de acceder se constituye efectivamente cuando te metes en él. La realidad se crea en la interacción que cada uno tiene con la tarea que debe realizar. Por eso hay que renovarla constantemente, tratando de construir y enriquecer nuestro puesto día a día. Gasalla añade que "si uno no evoluciona está yendo hacia atrás. Todo esto exige desarrollo continuo y aprender significativamente". Si decides dar el salto debes estar dispuesto a aprender; has de analizar si tienes miedo a lo desconocido, al fallo y al rechazo. Las preguntas finales cuando nada funciona como querías Marcos Urarte concluye que pueden surgir muchas dudas si el trabajo que has aceptado no resulta como pensabas: “Es posible que te preguntes para qué te han contratado si nadie marca objetivos y no tienes demasiado claro qué se espera de ti. Tu motivación desciende y ya no es la misma que al principio, y notas un cierto desencanto. Puede ser que no tengas comunicación con tu jefe, que descubras que en la nueva organización no se cuenta con la opinión de los demás. Y también es probable que los valores de la empresa no tengan que ver con lo que te han vendido, ni con tus propios valores; que no tengas autonomía para desempeñar tus funciones; ni carrera profesional... Te ves toda la vida haciendo lo mismo.
Manuel Clavel recomienda "identificar las palancas adecuadas para moverse: trata de hacer tangibles las ganancias rápidas, y deja patente que tu fichaje implica resultados. Eso no sólo te dará confianza; también ganarás credibilidad dentro de la organización. Procura ser ágil en la identificación de los cambios que se han de introducir y que se vea que eres un agente dinamizador del cambio".
El socio de Norman Broadbent sugiere además que identifiques tu desarrollo dentro de la organización y que trates de imaginar dónde estará tu carrera en tres o cinco años.

domingo, 11 de mayo de 2014

¿QUÉ PUEDES APORTAR TU A LA COMPAÑÍA?

¿Puedes superar una entrevista de trabajo?

La teoría está clara, pero en la práctica ¿sabemos manejarnos bien ante un seleccionador? Dar respuestas sinceras y mostrar entusiasmo son puntos a tu favor. Conocer bien el puesto que se ofrece y el modelo de negocio de la empresa es imprescindible para tener éxito.

¿Qué aportarías a la compañía?, ¿cómo te definirías? ¿por qué deberíamos contratarte?, o ¿cuál es tu música preferida? son preguntas que te pueden llegar a hacer en una entrevista de trabajo. Y, aunque lo recomendable es llegar a la cita preparado y tranquilo, todos los expertos consultados recomiendan responder de manera honesta y sincera, y comportarse de forma natural.
Las reglas básicas para encarar una entrevista de trabajo son bien conocidas: puntualidad, sinceridad, motivación, atuendo adecuado, ir informado, etcétera. Pero, aún así, cuando llega el momento de plantarse cara a cara con un seleccionador nos sentimos como en un examen cuando, según explica Sergio Hinchado, sénior manager de Hays, “los reclutadores no citamos a los candidatos para descartarlos, sino para seleccionarlos para un puesto”. Y en este trance (para el aspirante) la mejor fórmula para salir airoso es el entusiasmo. Los expertos creen que la motivación es la mejor de las respuestas. Eso sí, tiene que ser real, porque cuando se finge el reclutador suele darse cuenta.
También es esencial ejercitar la capacidad de escucha. Nuria Rius, directora de servicio de Adecco, sabe, por experiencia, que en alguna ocasión el candidato está tan nervioso o desconfiado que no atiende a lo que se le pregunta. "Hay veces que te contestan con otra pregunta e incluso hay quien se ha llegado a dar cuenta de que se había equivocado de entrevista de trabajo en ese momento". Estar pendiente del cuestionario y concentrado en la situación puede librarte de caer en alguna de las estrategias que muchos reclutadores utilizan para confirmar que cuentas con los conocimientos y las aptitudes que señalas en tu currículo. Por ejemplo, hay veces que el seleccionador cambia de idioma en el transcurso de la conversación para asegurarse de que realmente controlas esa lengua. Otras veces intercalan preguntas profesionales con otras de carácter personal para garantizar que el candidato está diciendo la verdad.
Una de las fórmulas más utilizadas por los seleccionadores es el uso de las preguntas encadenadas para comprobar que ese profesional está actuando de manera espontánea. Porque, si bien es cierto que a una entrevista hay que ir preparado e informado, también lo es que los reclutadores saben distinguir a aquellos que vienen con el discurso ensayado. 'Anecdotario' Hay ocasiones en las que el reclutador no necesita utilizar ninguna treta para vivir experiencias curiosas durante la entrevista. Algunos cuentan que, alguna que otra vez, han tenido que entrevistar al aspirante a un puesto con sus padres como acompañantes. "Esto demuestra poca autoestima y cierta inseguridad", advierte Íñigo Fernández, executive manager de Michael Page.
Decorar el currículo tampoco es la mejor de las estrategias porque, en el instante en que se aborden los temas en los que has exagerado, saldrá a relucir esa mentira. O no, pero si al final consigues el puesto tendrás que justificarte.
Tampoco es aconsejable marear la respuesta ante una pregunta incómoda. Hinchado aconseja afrontar estas cuestiones con madurez y explicar las razones que fomentaron esa situación y sus consecuencias. Por ejemplo, si te echaron de tu anterior empresa y te preguntan por los motivos no tienes por qué engañar. El experto de Hays recomienda "tratar el tema de una manera natural y reconocer que has aprendido de la experiencia". Nuria Rius recomienda tratar el asunto de manera neutra: "Hay que abstraerse un poco porque puedes haber pasado por una situación profesional mala, pero cuando te preguntan debes ser honesto sin hacer quedar mal a tu antigua compañía ni a tus anteriores compañeros. Hay que tomar distancia".
Hinchado también denuncia que en España hacemos un uso abusivo de la excusa. Considera que nos cuesta objetivizar y aceptar ciertos 'fracasos'. Competencias Seguramente durante la entrevista muchas de las cuestiones se focalicen en las aptitudes del candidato. Jesús Juez, recruitment specialist de Experis Perm, asegura que en la actualidad "las empresas buscan en sus candidatos competencias y habilidades, además de conocimientos". En este sentido, hay veces que los seleccionadores lanzan preguntas de carácter técnico para obtener respuestas creativas, que aporten imaginación y estudiar, de paso, la capacidad analítica del aspirante.
"Las compañías solicitan ahora el perfil propio, profesionales con el gen de la firma", explica Juez. De ahí que la innovación sea un valor al alza. Sin embargo, "también hay muchos perfiles de carácter publicitario que te presentan currículos originales que llaman la atención". Y ya no son sólo exclusivos de los profesionales del márketing, sino que también hay otro tipo más árido, como el de los ingenieros, que se están lanzando a diseñar su carta de presentación de la manera más creativa que encuentran.
En cualquier caso, aunque ahora los currículos más visuales e innovadores sean los que seduzcan, son el título, el dominio de idiomas, la movilidad geográfica, la versatilidad, el manejo de redes sociales, la iniciativa y estar preparado para el cambio las competencias que se exigen en un profesional. Las compañías no quieren a empleados que sólo cumplan órdenes. La mayoría de multinacionales busca perfiles que estén orientados a resultados, sean flexibles, tengan iniciativa propia y sepan adaptarse al puesto. Y, por supuesto, sepan tomar decisiones acertadas y a tiempo.
El manejo de los nuevos dispositivos y el entorno 2.0 también es imprescindible. Los expertos en selección coinciden en que en puestos que no requieren específicamente habilidades tecnológicas, las compañías no suelen ser muy exigentes siempre y cuando exista una base mínima, que pasa por el dominio de las herramientas office, amén de estar familiarizado con la Red y las nuevas plataformas de comunicación online.
Sin embargo, todos estos puntos a favor se pueden pasar por alto si en la entrevistas haces un mal papel. A evitar Ir poco informado, no prepararse bien el encuentro con el reclutador, no reflexionar sobre los puntos fuertes y débiles, no saber demostrar los valores que le hacen distinto o presentarse con una actitud soberbia o insegura son factores que garantizan el fracaso en una entrevista de trabajo. Como también lo es adelantarse a las preguntas del seleccionador y relatar tus logros profesionales antes de que el reclutador tome la palabra.
Hablar en exceso puede ser contraproducente, como también lo es contestar sólo con monosílabos. La entrevista es un filtro con el que se pretende conocer al candidato, por lo que lo ideal es dar respuestas cortas y adaptadas a la pregunta.
Tampoco es recomendable indagar sobre la retribución, los beneficios sociales de la empresa o los horarios y las vacaciones durante esta cita, pues todavía no tienes garantizado el puesto y no crearás buena impresión. A no ser que estas dudas surjan durante la conversación. Porque sí es aconsejable preguntar al reclutador sobre el funcionamiento de la compañía, pero con cierta mesura y con motivos.
En toda entrevista siempre llega un momento en el que el ambiente se relaja y la conversación puede volverse más distendida. Llegados a ese punto, evita actuar con familiaridad y tratar al seleccionador como un colega. Porque no lo es y preguntas como '¿cuánto tiempo llevas aquí?' o '¿qué tal se trabaja en esta empresa?' sobran. Tampoco es bueno actuar con impaciencia. Una entrevista laboral suele durar, de media, una hora y media durante la cual el proceso puede pasar por diferentes fases tales como pruebas psicotécnicas o de idiomas. Preguntar por la hora a la que terminarán no te deja en buen lugar.
La entrevista es el último escalón en tu ascenso a un puesto de trabajo. Es el último esfuerzo y un reconocimiento a tu currículo. Por eso, intenta prepararte muy bien para asegurarte el empleo.

lunes, 5 de mayo de 2014

¿GANARSE LA CONFIANZA DE LOS EMPLEADOS?



Los directores de RRHH salen del despacho para retener a los mejores

Ganarse la confianza de los empleados es el objetivo de los departamentos de recursos humanos. Los expertos en personas explican que para fidelizar a los profesionales más válidos y lograr que sus empresas resulten más atractivas en un mercado que muestra síntomas de recuperación hay que comunicar los objetivos de negocio y qué se quiere de los empleados.
Hay que dejarse de tonterías y trabajar en cosas que realmente aporten a la empresa y a los empleados"; "tenemos que salir de los despachos e implicar a los profesionales en lo que realmente importa"; "si no nos ponemos las pilas los buenos se van a marchar"; "no podemos permitirnos una plantilla de paquetes y de cómodos que permanecen en el puesto por rutina. Es necesario despedir a los que no están dispuestos a adaptarse"... Estos son algunos de los comentarios que directores y consultores de recursos humanos gritan a los cuatro vientos para explicar que la crisis económica, que ha dejado a muchos profesionales sin empleo y a otros desmotivados, no es la única culpable. Los responsables de gestión de personas son conscientes de que no han hecho bien los deberes y muchos de ellos ya están trabajando para fidelizar su talento y poner guapa a su empresa para atraer a los mejores... Porque ya empiezan a divisar la tan cacareada y hasta ahora previsible guerra por el talento. Jesús Domingo, director de recursos humanos de Mahou San Miguel, confiesa que "vendemos muy mal lo que hacemos, necesitamos márketing en este departamento que algunos empleados consideran poco amigable. Los últimos ajustes empresariales han traído un recorte en la inversión en formación y desarrollo. Es necesario salir de los despachos decir qué estamos haciendo y solicitar información y opinión para trabajar de manera conjunta”. También Emilio Ruiz-Roso, director de gestión de recursos humanos de Leroy Merlin, aboga por esta colaboración de la plantilla, en concreto de los managers: "Es necesario convencerles de que su actividad es clave como movilizadores de talento, del compromiso de sus equipos y de que, para ello, el trato profesional, educado, cercano, motivador, con espacios de desarrollo y con derecho al error es imprescindible".
Jesús Domingo, director de recursos humanos de Mahou San Miguel.
Transmitir el valor de lo intangible es el gran reto del área de gestión de personas, sobre todo en un momento en el que son muchos los que se plantean si este departamento realmente es útil para el desarrollo de la organización, una conclusión que está relacionada con la falta de comunicación que reina en muchas empresas. En busca de la confianza Expertos en recursos humanos de la talla de Dave Ulrich y David Creelman, comentaban recientemente en la revista Executive Excellence, que las compañías que mejores resultados obtienen a la hora de transmitir los intangibles del capital humano son IBM y General Electric. A partir de este análisis, basado en las empresas del Fortune 100, estos gurús aseguran que ambas empresas reciben un 70% y un 75% de su valor de mercado de los intangibles, y tienen objetivos claros de comunicar el valor estratégico de las iniciativas enfocadas en recursos humanos, de tal manera que los inversores captan un claro mensaje. En cambio un 30% de las compañías del Fortune 100 no tienen capacidad para transmitir estos críticos intangibles.
Y esta sensación no es sólo patrimonio de las grandes. Jerónimo Corral, director de recursos humanos de Compass Group España, afirma que la confianza de los empleados se construye desde la coherencia y la calidad de la comunicación: "Tras el período vivido de incertidumbre toca reilusionar a las plantillas explicándoles y haciéndoles participar en un proyecto de empresa que tienen que sentir como suyo. Esto se consigue en la arena y no en el despacho. Hay que escuchar muchísimo, prometer lo adecuado y ejecutar con enorme diligencia”. Dulce Subirats, presidenta de Aedipe Centro y directora de recursos humanos de Mutua Madrileña, asegura que es necesario recuperar el enganche del empleado con su organización y, para ello, "es necesario trabajar su implicación más allá de su tarea con los objetivos de la compañía, hacerle saber la evolución del negocio, de los resultados, alimentar la innovación interna y alinear intereses y beneficios".
Dulce Subirats, directora de recursos humanos de Mutua Madrileña.
La falta de transparencia continúa siendo la asignatura pendiente. Francisco Ivorra, director de la consultora People Excellence, explica que "ninguna empresa está en disposición de garantizar la empleabilidad y carrera permanente de sus personas, pero debe actuar con transparencia, objetividad, responsabilidad y criterio en sus actos y decisiones. Además, deben ser consecuentes con los mensajes de austeridad y recorte del gasto, que de una forma y otra nuestras compañías han transmitido durante el periodo de crisis". Enmendar la plana Algunos responsables de gestión de personas son conscientes de que ha habido algunas cosas que no se han hecho bien y de que es necesario enmendarlas para recuperar el entusiasmo. "En el pasado contábamos con más presupuesto y a veces lo invertíamos en partidas que no eran tan necesarias. Por ejemplo, programas de formación que no tenían un retorno claro. Se dejó de dar importancia a determinados temas en un entorno en el que la entrada y salida de empleados se producía de manera natural, la escalada salarial fue muy elevada y existían perfiles profesionales sobredimensionados. La gente se ha tenido que ajustar a una realidad muy distinta y de manera muy complicada", recuerda Javier Pérez, director de recursos humanos de Kyocera, quien opina que la clave para hacer frente a un nuevo panorama y recuperar el compromiso del empleado pasa por la simplificación de procesos: "La gente demanda asuntos tan básicos como que un despido se comunique de manera correcta, que se explique a qué ha sido debido. Hay que ir hacia una gestión más elemental". Domingo puntualiza que "es necesario escuchar y dar respuesta, no somos proactivos. Es una de las asignaturas pendientes: tenemos que ir por delante y ser capaces de prever. No podemos esperar a hacer, sino hacerlo antes".
Óscar Izquierdo, director de Talent & Reward del área de Human Capital de EY Abogados, explica que en los últimos años "el área de gestión de personas ha estado focalizada en la administración de personal más que en aportar estrategia y el valor añadido. Ahora se está reponiendo y está empezando a ser más eficiente para hacer las cosas de manera más ordenada y en beneficio de los objetivos de negocio". Días contados para la desmotivación Entre las diferentes especies de oficina que ha traído la crisis, se encuentran los que han optado por acomodarse en un puesto ante la escasez de oportunidades laborales en el mercado. Los responsables de personas aseguran que este es un lujo que ya no se pueden permitir. Éstas son algunas de su propuestas para recuperar el entusiasmo de estos desencantados:

* "Hay que sacar a las personas, con suavidad pero con firmeza, de su zona de confort a otros espacios donde comprendan que ahí pueden crecer y hacer crecer a su compañía" (Jerónimo Corral, director de recursos humanos de Compass Group).

* "Revisar los entornos de trabajo, incorporar una gestión por proyectos que rompa funcionamientos basados en estructuras jerárquicas y adaptar éstas a las nuevas tendencias y estilos" (Francisco Ivorra, director de People Excellence, consultora de recursos humanos).

* "Es necesario luchar contra su escepticismo, movilizar su factor emocional e implicarlos en la dinámica de la organización" (Dulce Subirats, directora de recursos humanos de Mutua Madrileña).

* "A veces la solución es tan simple como cambiar a esa persona de puesto" (Javier Pérez, director de recursos humanos de Kyocera).

* "Hay que ser capaces de analizar el porqué de su actual estado de desencanto o acomodo, y ello implica ser honesto y transparente con los equipos para escuchar a qué se debe su situación" (Emilio Ruiz-Roso, director de recursos humanos de Leroy Merlin?

jueves, 1 de mayo de 2014

EL VÉRTIGO DEL COACHING




El vértigo del 'coaching'

El coaching es un desafío enorme para organizaciones, directivos e incluso para formadores. Y lo es porque supone asomarse a un abismo en el que las ecuaciones no son simples y las consecuencias pueden resultar sorprendentes.
En ese sentido, uno de los grandes problemas con los que se enfrenta el coaching es la tendencia a equipararlo con la formación, un error de concepción que puede lastrar muchos procesos y abocarlos al fracaso.
Es tal esta tendencia que incluso el coach profesional parte con frecuencia de unos preconceptos procedentes de la formación tradicional que obstaculizan notoriamente su trabajo. A mis colegas y a mí mismo nos toca deshacernos de una herencia arraigada en el antiguo modelo de formación basado en la transmisión de conocimientos, y, en su lugar, adoptar una metodología vanguardista y contracultural basada en el entrenamiento de la pregunta y la escucha. Es por ello que entrenar a directivos para que sean coaches se transforma en una tarea de enorme atrevimiento e innovación, en buena medida porque los guiones para este modelo de intervención se están aún escribiendo.
Por su parte, el mundo empresarial no tiene inconveniente en reivindicar el coaching como la gran herramienta para el desarrollo del liderazgo de sus directivos. Sin embargo, a poco que se rasque en la superficie se descubre que demasiado a menudo lo que realmente pretenden obtener para sus organigramas no son verdaderos coaches, sino simples gestores con una capa de barniz. Y es que algunas empresas no están dispuestas a permitir que sus directivos tengan ideas propias y busquen más allá de su ámbito de gestión nuevos modelos para inspirar a sus equipos.
El coaching no consiste en una simple transferencia de conocimientos, sino que requiere entrenamiento en parcelas altamente sensibles, en muchos casos
Así vemos como, el directivo, muchas veces está más interesado en que se le transfieran ideas y conocimientos que en recibir un estímulo que le remueva por dentro, le dote de recursos para pensar por sí mismo y le habilite para tomar decisiones relevantes. El directivo está muy dispuesto a aprender mientras ese aprendizaje le permita permanezcer en su espacio de confort. Pero, eso sí, su vida interior que no se toque ni investigue.
El problema de la falta de cultura de coaching es que a éste no se accede por una simple transferencia de conocimientos, sino que requiere entrenamiento en parcelas altamente sensibles, en muchos de los casos. Para los directivos, como para el resto de los mortales, el coaching puede ser doloroso y producir un vértigo feroz. Y esto porque recorre un camino en el que a ratos hay que mirar, y hasta explorar, lugares poco gratos y que, hasta ahora, se consideraban ajenos al desarrollo profesional.
La buena noticia es que, por lo general, si se hacen bien las cosas, los esfuerzos de todo coach, organización y directivo suelen acabar recompensados. Y es muy posible que en ese proceso, no exento de dificultades, el directivo adquiera una nueva visión de la que emane un estilo de liderazgo más llano y coloquial. Más cerca de un directivo líder que de un mero gestor.
Pero para lograrlo los propios directivos deberán estar dispuestos a alejar los fantasmas de muchas ideas preconcebidas acerca del coaching. Y, por supuesto, deberán estar dispuestos a asumir riesgos. Dispuestos, en suma, a sufrir el vértigo que supone mirar hacia su propio interior.